Jácome, el alcalde y la instrucción del juez Piña

José Manuel Rubín SIETE DÍAS, SIETE VOCES

FIRMAS

16 mar 2014 . Actualizado a las 06:00 h.

Y el «gusano» (término acuñado por el alcalde de Ourense, Agustín Fernández Gallego, del PSOE, para designar al portavoz de Democracia Ourensana, Gonzalo Jácome) ha completado su metamorfosis y ha devenido el pasado lunes en mariposa política cuyas alas están coloreadas de decencia, honradez, honestidad y unos cuantos sinónimos más. A los tres días de que el regidor, en una actitud impropia de su cargo, vociferase en el salón de plenos contra Jácome, recibía la descalificación ética en forma de un auto judicial que le imputa (a él y a la junta de gobierno del bipartido PSOE-BNG) por haber dado a dedo una obra de 623.000 euros obviando los requisitos legales. Gracias a la contumacia de Democracia Ourensana en los juzgados (tanto en este caso como en el de asistencia a domicilio), el lunes supimos de la imputación de la cúpula de aquel bipartito de infausto recuerdo en la capital. No estamos ahora ante un caso baladí. Ni por la enjundia del asunto ni por la significación del juez que imputa. Lo hace el decano de los jueces de Ourense, Antonio Piña, que semanas atrás sembraba dudas sobre la instrucción de Pilar de Lara en el caso Pokémon al utilizar términos como «tirar fuegos de artificio» o «espero que se hayan hecho bien las cosas». Se supone que él no caerá en las prácticas que censuraba a la colega y que su instrucción será un modelo de obra jurídica. Le auguro un largo camino al asunto dados los antecedentes del caso de los paneles (en el que ya estaban, por similar proceder, algunos de los ahora implicados) que llevó a tres jueces de la Audiencia a una absolución puesta después en almoneda por el Supremo aunque sin efectos prácticos. Me temo que con las irregularidades de Bedoya y Paz Novoa pase algo similar pues la justicia en Ourense, a pesar de que asoman esperanzadores brotes verdes, todavía no se ha recuperado de la longa noite de pedra (en asuntos de trascendencia política) en la que estuvo sumida (sería muy interesante un estudio sobre las razones) durante las últimas décadas.

La frase. Tiene que ver con la anterior imputación judicial y es del edil del PSOE Vázquez Barquero: «No tiene ningún sentido que alguien tenga que dimitir». No le ve ni mucho ni poco sentido a una posible dimisión de los servidores públicos, con el alcalde al frente, que vulneraron la ley. Los socialistas, que no se avergüenzan del espectáculo que están dando en el Concello de Ourense, no le encuentran «ningún» sentido a restaurar la decencia en la capital. Cuando tengan que sentarse en el banquillo (si la instrucción del juez Piña no se queda en fuegos de artificio), abandonarán la militancia del PSOE como exige su jefe Besteiro, pero seguirán con las prebendas inherentes al cargo. Al tiempo. Por lo que se ve, su compromiso no es con los ciudadanos que les pagan sus dedicaciones exclusivas y sí con el partido que les coloca, a dedo, en una lista cerrada al elector.