El primer «e-book» nació en Ferrol

Raúl Romar García
R. Romar REDACCIÓN / LA VOZ

FIRMAS

En la imagen del centro, el prototipo de la enciclopedia mecánica, a la izquierda, con versiones en inglés y francés, y a la derecha el registro de la primera patente en 1949.
En la imagen del centro, el prototipo de la enciclopedia mecánica, a la izquierda, con versiones en inglés y francés, y a la derecha el registro de la primera patente en 1949. miguel temboury< / span>

El ministerio de Economía rescata con una monografía la figura de la maestra Ángela Ruiz Robles, que patentó el libro mecánico en 1949

29 sep 2013 . Actualizado a las 12:44 h.

«El futuro habla, pero pocos entienden lo que dice». Ángela Ruiz Robles (Villamanín, León, 1895-Ferrol, 1975) sabía bien lo que decía. Maestra, empresaria, inventora y profundamente visionaria se adelantó a su tiempo en la España profunda de posguerra para crear el libro y la enciclopedia mecánica, los precursores del moderno e-book e incluso de las tabletas. El 7 de diciembre de 1949 registró en la Oficina Española de Patentes y Marcas un invento que ella mismo denominó como «un procedimiento mecánico, eléctrico y a presión de aire para la lectura de libros». Era un libro de texto que funcionaba con un sistema mecánico de aire a presión al que se podían añadir diferentes carretes correspondientes a distintas materias y al que dio el nombre de Enciclopedia Mecánica, una idea que evolucionó con una segunda patente en 1969 de la que se hizo un prototipo realizado por el parque de artillería de Ferrol y que ahora se expone en la sede de A Coruña del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (Muncyt). Ahora, los ministerios de Economía y Competitividad y de Educación rescatan, con documentos inéditos, la figura de Ángela Ruiz y su revolucionario invento.

«En la historia del e-book hay un eslabón perdido: el libro mecánico planteado en 1949 por una maestra española», explica su nieto, Daniel González de la Rivera. Su abuela tenía dos grandes obsesiones: evitar que los alumnos fuesen cargados con pesadas carteras, mediante un único libro que contuviese todas las materias, y facilitar su aprendizaje, pasar de una educación basada en la memorística a otra más interactiva y estimulante.

«Fue no solo una avanzada a su tiempo, sino una revolucionaria, porque en su patente añadía la posibilidad de incorporar en el futuro innovaciones como pulsadores de voz y calculadoras e intuía ya la importancia de aprender idiomas como el inglés y el francés», apostilla su nieto, que solo lamenta que un invento revolucionario «nacido en el Ferrol de los años 45 y 49, lo que tiene mérito», no se llegase a explotar. Su hallazgo fue reconocido por el Ministerio de Educación de la época y premiado en la Exposición Internacional de Inventos de Bruselas. «Doña Angelita», como se la conocía, obtuvo la distinción de Alfonso X el Sabio «Le faltó alguien que pusiera el dinero, porque así España se hubiera puesto 30 años por delante en el libro electrónico», resalta González de la Rivera.

Tampoco le faltaron ofertas. Estados Unidos quiso comprar su patente ya en 1949, pero ella se negó. «Quería que se quedase en España, en Galicia, en Ferrol», apunta su hija Elvira Grandal, afincada en A Coruña. Carmen, su otra hija, apunta, desde Madrid, otra razón de peso: «El libro -dice- se lo quisieron comprar en América, pero en aquella época que una mujer dejara a sus hijos y a su marido para irse a trabajar a otro país estaba como mal visto».

Pero Ángela Ruiz, autora de dieciséis obras de gramática, taquigrafía y ortografía y creadora de una academia en un tiempo en que ser mujer emprendedora era anecdótico, se encontraría hoy probablemente decepcionada. «Vería cómo ha evolucionado todo, menos la educación», apunta Elvira, que fue inspectora de Educación. Su nieto Daniel lamenta que «una parte importante de su invención sigue sin resolverse, y los niños siguen cargados con las mochilas».