La segunda vida de las cosas

Carlos Pereiro PONTEVEDRA / LA VOZ

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CARLOS PEREIRO

El anticuario de Los Juncales, situado en la calle Estación, es un lugar donde reposan objetos con más de un siglo a la espera de otra oportunidad

31 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Después de ver cierta película de Pixar, uno cierra la puerta de su casa pensando en la vida oculta que sobrellevan sus pertenencias y objetos cuando no estamos presentes. El rastro pontevedrés de Los Juncales es ese lugar donde las cosas que ya no usamos obtienen una segunda oportunidad para ser disfrutadas. Segunda, por no decir tercera, cuarta o décima. Una nueva vida.

Muebles, discos, instrumentos, máquinas de escribir, espejos, cuadros... Todo tiene un hueco en un anticuario que lleva desde finales de los 90 almacenando y dando salida a las pertenencias que otros ya no quieren o no necesitan, y que otros buscan para su adquisición. «No es un lugar de empeño. Aquí se vende el objeto y posteriormente se le intenta dar salida. No aceptamos todo lo que nos llega, claro. Compramos lo que creemos que podemos vender y así lo hacemos», comenta Maricarmen, dependienta del rastro, junto a su compañero José Manuel. La regencia del rastro corre a cargo de Carlos Juncal, que lo adquirió hace casi veinte años.

La pregunta de cuantos objetos puede haber en el local suena en el mostrador pero la respuesta es clara: «Ni idea». No quita que haya un férreo control de lo que expone en la tienda. «Pese a que parezca algo caótico y desordenado puedo asegurarte que si hubiera un pequeño hurto lo notaríamos al momento. Un platito quizás no, pero algo más grande como un pocillo, una copa, o un candelabro... Seguro».

Un piano del siglo dieciocho destaca con luz propia. El cartel de «No tocar», también. Mientras uno pasea por los pasillos y entre las estanterías, se da cuenta de la variedad y la heterogeneidad que respira el anticuario. La moda por lo vintage, dotó de cierta notoriedad al edificio. Un paraíso de objetos perdidos, descatalogados y olvidados; y es que si el tocadiscos nos parece un invento del pasado, el gramófono que luce en el rastro parece ser cosa de un mundo con el que ya no guardamos conexión.

«Con la crisis mucha gente viene buscando objetos de primera necesidad: lavadoras, neveras, mesas... Es algo triste, la verdad», señala Maricarmen cuando el tema de la economía sale a relucir durante el paseo por el establecimiento. «¿Ves esto? Es un pulidor de cuchillos. Tiene más de cien años y es uno de los objetos más antiguos de los que tenemos aquí. Podría ser de colección».

Los libros también ocupan un lugar privilegiado. Una estantería de varios metros cruza buena parte de la tienda. Los títulos que ofrece deambulan por todos los géneros y autores posibles. Una vieja bici de paseo reposa a su lado.

El pasado y la melancolía se entremezclan cuando se observa un teléfono móvil de hace décadas y, la cabeza, irremediablemente se pregunta, «¿y cómo serían los fijos?».