Pedro Estévez: diario de un atleta

luis conde MONFORTE / LA VOZ

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21 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

A las diez y veinte de la mañana del pasado día 20, el atleta monfortino Pedro Estévez iniciaba su participación en el maratón de Boston -el duodécimo internacional en su trayectoria-. Compartía carrera con 91 corredores españoles y de otros 182 países. Su rostro reflejaba la alegría de un principiante y la emoción de haber competido en los mejores maratones del planeta.

«Fue una carrera apasionante y muy emocionante, porque más de ochocientas mil personas nos arroparon durante los 41,125 kilómetros del recorrido, dándonos ánimos y demostrando una gran hospitalidad», indicó Pedro Estévez.

Todo transcurría con normalidad en una mañana espléndida y soleada. El punto culminante para el corredor monfortino llegó a falta de trescientos metros para la línea de meta. «Ese trayecto lo tomé con más relajación, porque quería disfrutar de la gente y de lo que suponía para mí llegar a este punto de mi carrera. La emoción me embargó», apuntó.

Tras este tramo, Estévez cruzaba la línea de meta con un tiempo invertido de 3 horas y 41 minutos. Para él, la marca era lo de menos. «Yo venía a disfrutar, y lo importante no era el tiempo, sino alcanzar la meta, y lo hice, cumpliendo así mi sueño de haber participado y acabado los doce maratones más importantes del mundo», comentó.

Al finalizar se enfundó una manta térmica, fue al avituallamiento y recogió orgulloso y emocionado su medalla. Acto seguido recuperó sus pertenencias. se encontró con su esposa, Fernanda, y una amiga, María. Se fundió un abrazo con ambas, que lo felicitaron, y iniciaron su camino hacia el hotel.

Rumbo al hotel

Se dirigieron a una estación de metro, y antes de entrar, oyeron la primera bomba que explotaba junto a la línea de meta. «Estábamos a unos quinientos metros del lugar de la explosión y a los diez segundos de la primera explotó la segunda. En ese instante empezaron a sonar las sirenas de las ambulancias, coches de Policía y del FBI. Ahí empezamos a darnos cuenta de lo que estaba pasando», dijo.

Dieron la vuelta y cogieron un taxi, en el que permanecieron dos horas y cuarto. «Había una caravana impresionante y a nosotros el que nos informaba de todo era el taxista, que por cierto nos cobró cuarenta dólares por llevarnos. Nos salió caro», dijo.

A diferencia de lo que le ocurrió a él, muchos atletas no pudieron llegar a la meta, ya que al explotar las bombas la zona quedó acordonada una milla antes. «Hubo corredores que no pudieron contactar con sus familias hasta después de siete horas», apuntó.

Hasta que salió de Boston en la madrugada del miércoles, Estévez reconocie que estuvo muy incómodo. «Fueron horas complicadas y todo esto me pasó factura tanto física como anímicamente», indicó el bravo atleta monfortino.