Cuando salí de Cuba...

nino soto PONTEVEDRA / LA VOZ

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El discóbolo cubano Casañas luchará por una medalla con España en Río 2016

31 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Frank Casañas, de 34 años, era feliz luciendo la camiseta de la selección cubana por todo el mundo. Alcanzaba buenos resultados en lanzamiento de disco. Olimpiadas, Juegos Panamericanos, Juegos Iberoamericanos... Sin embargo, una lesión de rodilla en el año 2000 «me abrió los ojos», subraya.

El discóbolo se operó de su rodilla derecha, y desde ese momento, se percató de que la atención que le prestaban los responsables del deporte en Cuba decayó estrepitosamente. «No estaban por la labor de cuidar a atletas lesionados», argumenta el oriundo de La Habana, nacionalizado español en el año 2008. «Parecía que molestábamos, y fue entonces cuando empecé a ver las cosas de otra manera».

A esa situación se enlazó una historia de amor que comenzó cuando conoció en Río a la persona que hoy es su mujer y madre de su hijo de 4 años: la lanzadora de martillo de Tui Loli Pedrares. La tudense vivió seis meses con Casañas -que fue campeón juvenil del torneo Panamericano disputado en La Habana en 1997 y cuarto en su estreno en categoría absoluta en el Campeonato Centroamericano disputado en San Juan (Puerto Rico)- en La Habana, y fue entonces cuando el atleta comprendió que su destino estaba al otro lado del Atlántico.

Antes de cruzar el charco, el lanzador de disco reapareció en el Mundial de París (2003), y participó en las Olimpiadas de Atenas (2004) enfundando la elástica cubana. «Las Olimpiadas fueron un fracaso», recuerda. «Cuba me había enviado allí, a Grecia, dos días antes de competir».

Su vida dio un giro de 180 grados en el Mundial de Helsinki (Finlandia). Frank Casañas enterró sus dudas. «Mi objetivo era salir de Cuba para no volver», precisa. Dicho y hecho. El viaje de regreso hacía escala en Madrid. «Llamé a Loli y me vino a recoger a Alcalá de Henares», relata Frank Casañas, que estudia Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.

Diplomas olímpicos

«Con la ayuda de mi mujer, entrené en España y pude entrar en la Blume», señala, en referencia al centro de alto rendimiento ubicado en Madrid. Allí se puso a las órdenes de José Luis Martínez. Tres años más tarde, en los Juegos de Pekín, logró un diploma olímpico para España quedando quinto con un lanzamiento de 66,46 metros. Y en Londres 2012, sumó otro diploma olímpico, esta vez finalizando séptimo con una marca de 65,56 metros. Curiosamente, el cubano nacionalizado español se adentró en el mundo del atletismo como velocista (100, 200 y 400 metros).

Al CGTD

Y la odisea en la que se embarcó Frank Casañas cuando salió de Cuba cara a Helsinki en el 2005 acaba de arribar a Pontevedra. Desde hace unos meses entrena en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva (CGTD).

«Esto es estupendo», afirma el discóbolo. «Además, aquí me encontré con un entrenador con las ideas claras», añade en referencia a su nuevo preparador, Santi Ferrer.

Con su vida personal y profesional en marcha, ahora Frank Casañas se ha fijado la meta de entrar en el selecto club de lanzadores de disco que atraviesan la barrera de los 70 metros. Su techo está fijado en los 67,91 metros alcanzados en Castellón. «Creo que Santi Ferrer me dará ese empujón», indica el atleta que luce los colores del Playas de Castellón. Para ello, y para competir en Río 2016 -donde empezó todo- entrena entre 8 y 9 horas diarias. Lleva en los genes el atletismo. Su padre fue internacional con la selección cubana de balonmano, y su tío Alejandro, casi se cuelga el oro en Moscú 1980 en los 110 metros vallas.

No se olvida de Cuba, ni de su familia. «Mi idea es volver para ver lo que dejé», apunta, y explica que es posible que en agosto «el régimen nos permita viajar a los cubanos exiliados. Me dicen que cambió mucho La Habana y quiero verlo con mis ojos».