Soplan vientos de éxito

nino soto PONTEVEDRA / LA VOZ

FIRMAS

Fernando Echevarri prepara su participación en los Juegos de Londres

23 mar 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Nació a orillas del Cantábrico, pero las primeras aguas que surcó Fernando Echávarri fueron las de la ría de Pontevedra. Tenía solo 5 años, y navegaba en la embarcación de unos amigos de la familia. Desde aquel momento, el mar lo conquistó. Y aunque flirteó seriamente con el balonmano, Echávarri apostó por la vela. Lo jugó todo a una mano y ganó.

Nació en Santander hace 39 años, pero cuando tenía 4 años, sus padres se trasladaron a Pontevedra por motivos laborales. Desde entonces, la ría pontevedresa es su segundo hogar. Le picó el gusanillo de la vela en el barco «de los amigos de mis padres», y pronto se enroló en un cursillo de navegación impartido por el Club de Aguete de Marín. Fue su iniciación.

«Definitivamente me enganché a la vela cuando gané mi primera regata en Sanxenxo con 7 años», recuerda.

Desde ese primer triunfo, la carrera del regatista fue meteórica. Ahora, Fernando Echávarri ya experimentó en carne propia el placer de morder un metal olímpico como muestra de felicidad. En los Juegos Olímpicos de Pekín se colgó la medalla de oro al cuello, navegando en la clase Tornado junto a Antón Paz.

Le gustaba el deporte, y además del balonmano, también saboreó el atletismo. «Era imposible practicar todos los deportes, y por eso me decidí por la vela. Fue mi apuesta con 16 o 17 años», precisa.

Conocedor de que dedicarse a la vela profesionalmente está al alcance de muy pocos, Fernando Echávarri, con 19 años y con la mili recién cumplida, entrenó «muy fuerte, como un loco, para intentar meterme en el equipo olímpico» en clase Láser, una modalidad individual.

«Lo conseguí», afirma.

Más tarde, fichó por el Náutico de Sanxenxo de la mano de Pedro Campos en el año 2000. Sin embargo, fue cuatro años antes, tras Atlanta 96, cuando decidió pasarse a la clase Tornado con Antón Paz, vecino de Vilagarcía. Se había gestado un monstruo de la navegación.

Con el arousano, Echávarri, en Tornado, fue bicampeón del mundo (2005 y 2007), campeón de Europa (2005), de España (2002-2005), de Sudamérica (2006), y además del oro en Pekín, Oro al Mérito Deportivo. «Buscaba a un regatista que estuviera físicamente fuerte y se dedicase a esto al 100 %», sostiene Fernando Echavarri. «Y Antón era la pareja ideal. Además, estaba al lado de casa, en Vilagarcía». El enlace se materializó al finalizar una de las ediciones del torneo Princesa Sofia de Palma de Mallorca. «Ya nos conocíamos, y le gustó la idea».

Suplentes en Australia

Viajaron a los Juegos Olímpicos de Sidney, pero como segundos de equipo. «No participamos en las Olimpiadas, pero sí en Atenas 2004», señala. En Grecia, Echávarri y Paz fueron diploma olímpico. Fue el escalón previo a la gloria. En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, la pareja de tripulantes regresó con el oro a casa. Acababan, con elegancia, de coronar la clase Tornado. Posteriormente, Echávarri dio el salto a la clase Star. «Al obtener el oro en los Juegos lo sientes todo y nada. Estas en una nube», indica. El regatista pontevedrés recuerda que alcanzaron lo más alto del podio un día después del accidente de Spanair en Barajas, que se saldó con 154 fallecidos. «Nos levantamos fastidiados. Fuimos al agua y ganamos».

En la actualidad, Echávarri prepara en Cádiz -con Fernando Rivero en clase Star- el Campeonato del Mundo de Francia, cita que otorga el billete para Londres 2012. «Estaremos allí», anticipa.

Cuando era niño, Echávarri participó en un curso de vela que ofrecía el Club de Aguete de Marín. Con 7 años, fue primero en una regata organizada en Sanxenxo. Ahí, empezó a escribirse su leyenda.

Estudió en la ciudad de Pontevedra, y también cayó bajo el encanto del balonmano. Jugó unos años en el Cisne antes de dedicarse exclusivamente al deporte de la vela.

Rozó el podio en Grecia. Durante varias jornadas luchó por la medalla en Atenas, pero un problema mecánico en la embarcación le alejó definitivamente del sueño, que convirtió en realidad en Pekín.

Meses después de Pekín, dio el salto de la clase Tornado a la Star, y ahora navega con Rivero