Luis Pazos: «Nunca me había lesionado remando pero una caída tonta te rompe»

Carla Elías Martínez
Carla Elías FERROL

ARES

El emblemático remero del Club de Ares se recupera de una rotura del tendón del cuádriceps

06 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Con una camiseta con su foto celebrando la bandera de una regata, el nombre de todos los compañeros del Club de Remo de Ares y el lema que le ha acompañado en los últimos meses «Prohibido rendirse» la tripulación de la Santa Olalla recibió a uno de sus remeros más emblemáticos, Luis Pazos Rodríguez (Marín, 1968), en su regreso al mar. En diciembre sufrió un desafortunado accidente en el trabajo que le supuso una rotura del tendón del cuádriceps por la que, en un primer momento, los médicos le dijeron que este verano no podría remar. Pero su constancia y ganas pueden más. Su recuperación está siendo asombrosa y la semana pasada pudo disfrutar de volver a sentirse uno más saliendo unos minutos al mar en la Santa Olalla. «Me recibieron con la camiseta de sorpresa, muy emotivo. Fue, como dicen los futbolistas, empezar a tocar balón. Salí diez minutitos al agua para quitarme un poco el mono y ver cómo me encuentro, y estoy bien», explica Pazos.

Compagina el deporte por el que se ha convertido en uno de los remeros más conocidos y laureados del país con su trabajo como chabolero, marinero en tierra de una embarcación. La temporada pasada fichó por Ares y vibró como el que más con el gran año de la Santa Olalla y su ascenso a la ACT, para la que ya se prepara. Pero en diciembre un fatídico resbalón acabó con una rotura del tendón del cuádriceps que le obligó a pasar por quirófano truncando sus expectativas deportivas. «También me estaba preparando para ir al Mundial de ergómetro que sería en febrero en París, me estaba encontrando muy bien y entrenando muy a gusto, pero así es la vida. No me he lesionado nunca remando y una caída tonta te rompe toda la planificación», lamenta.

Pero el infortunio no le ha quebrado el ánimo y su tesón y perseverancia son la mejor arma para acelerar la recuperación que está asombrando hasta a sus médicos. «Me lo tomé con la filosofía de no rendirme, no iba a dar la temporada por perdida y a las dos semanas ya estaba enredando», bromea. Ahora su día a día se centra en las sesiones de rehabilitación, ejercicio de natación en la piscina y acude al club a realizar entrenamientos en seco. «¡Estoy entrenando más que cuando trabajaba! Me encuentro bien, física y mentalmente. Claro que me falta fuerza en la pierna y todo tiene un proceso, pero yo no me rindo. El entrenador me dice que cuenta conmigo y, si llego para el final de temporada seré uno más, sino, estaré animando y apoyando a mis compañeros como el que más», destaca.

Lo mejor de la lesión está siendo el poder compartir minutos en el gimnasio con los alumnos de la escuela. «Es una faceta que me está encantando. Voy por la tarde, que es cuando entrenan los chiquillos, les doy consejos en el ergómetro y les animo para que no se rindan nunca», resalta. Y es que los más pequeños han visto de cerca su evolución y sus trucos para poder entrenar a pesar de la lesión. «Desmonté un carril del ergómetro para hacerlo con una pierna, la otra la ponía como si estuviera en una vía del tren. Quiero que vean que lo que no hay que hacer es quedarse en casa lamiendo las heridas», recalca.