Estas casas de A Coruña no son para cualquiera

ANA F. CUBA FERROL / LA VOZ

FERROL

Las hortensias y un roble de 170 años son dos de los iconos de la parcela de esta vivienda de Sada
Las hortensias y un roble de 170 años son dos de los iconos de la parcela de esta vivienda de Sada CEDIDA

El mercado inmobiliario de la provincia de A Coruña está salpicado de tesoros, por su singular arquitectura y su entorno exclusivo

10 jun 2024 . Actualizado a las 13:56 h.

El mercado inmobiliario de la provincia está salpicado de tesoros, viviendas rehabilitadas, de nueva construcción o abandonadas, que se distinguen por la singular arquitectura y el entorno. A sus propietarios les ha costado decidirse a ponerlas a la venta, por las vivencias acumuladas y el arraigo familiar. En Melide, Frades, Sada o Pontedeume hay algunos ejemplos.

Diseño con vistas a la ría de Sada y al pazo de Meirás

A Consuelo Fernández-Quintanilla Ullrich, madrileña, la Galicia húmeda le salvó la vida. «Trabajaba en Iberia, y el aire acondicionado me provocó una fibrosis pulmonar. El neumólogo de La Paz me dijo: ‘tienes que irte de Madrid'», repasa. Era 1998 y le costó poco mudarse con su familia a una tierra que ya conocía por el trabajo de su entonces marido, médico. Tenían un piso en Muros y veraneaban en Louro, donde habían comprado un apartamento, «y ya tenía un grupito de amigas, casi todas de A Coruña». En 2006 adquirió la casa que ahora vende (por 695.000 euros), una vivienda de diseño, obra del arquitecto Ramón Corrochano.

«Me encantó, siempre había tenido ganas de una casa de piedra de taco, los suelos son de madera de teca, fue hecha con mucho estilo. Son 388 metros cuadrados, con un salón de 82 tipo loft con grandes ventanales, un dormitorio principal muy grande, con baño y vestidor, y otras dos habitaciones con baño y aseo. Al estar en un alto tiene unas vistas espectaculares a la ría y al pazo de Meirás, en un terreno de dos mil metros cuadrados», detalla. En el bajo habilitó un estudio para su hija, arquitecta, y acondicionó otro dormitorio, «para las visitas», que se puede reconvertir.

Resalta «la tranquilidad, ideal para alguien a quien no le guste la vorágine de la ciudad». «Pero después del covid, se me hizo pesada», reconoce. El roble de 170 años es uno de los iconos de la parcela por la que paseó a diario durante 17 años. «Es mi casita adorada, tiene charme y unas vistas imponentes, pero mi hijo vive en Sada y mis hijas, en Londres y en Madrid... y el año pasado me fui a Bastiagueiro, en Oleiros, y allí estoy muy bien».

Esta construcción del municipio de Melide se encuentra en una finca de unas 3,5 hectáreas
Esta construcción del municipio de Melide se encuentra en una finca de unas 3,5 hectáreas

Más de tres siglos de historia familiar grabados en las robustas paredes de piedra, en Melide

Cuando Teresa Porto, heredera de la vivienda en la que nació, en el lugar de Cabazás, y su marido, Manuel Sesto, que se crio a pocos metros de allí, en la misma parroquia de Campos, en Melide, la reconstruyeron, se toparon con «la secreta», una caja fuerte rudimentaria, como la define la propietaria, que atesoraba «escrituras de fincas que se habían adquirido para la casa en 1730». En las robustas paredes de piedra permanecen grabados más de tres siglos de historia de esta familia y por eso le ha costado tanto ponerla a la venta. «Fui la última que nació allí, me marché con seis años a Melide (he cumplido 73), pero tengo muchos recuerdos», señala.

Teresa evoca los relatos de sus padres y las anécdotas que le contaba su tía rememorando su infancia, a principios del siglo XX. «Siempre ha sido una casa de acogida de todo el mundo... cuántas vivencias. Para nosotros ha sido un escape, paz...». Explica que en torno al año 2000, «por una cuestión romántica y sentimental», emprendieron la restauración: «La vaciamos, dejamos únicamente las paredes, aprovechamos alguna viga, la chimenea... supuso un desembolso, pero ha sido un disfrute total».

Entre el bajo y la planta ronda los 400 metros cuadrados, con estancias amplias decoradas con mimo. «Y hay la posibilidad de hacer un apartamento por la parte de atrás [...], tiene un pajar de 250 metros cuadrados y una cuadra, que se puede reconstruir», describe. Destaca «las posibilidades de explotarla para turismo rural, está en la aldea, con mucha intimidad, pero con vecinos cerca (e incluso una parada de bus)».

En la parcela, de unas tres hectáreas y media, pastan «las vacas más felices, como animales de compañía», por idea de su marido, veterinario jubilado. Pasan el verano en esta vivienda solariega, de orígenes ganaderos. «Se hizo con mucho cariño, fue una satisfacción; siento mucha pena por deshacerme de ella, pero tenemos una edad, y si antes ir era un placer, hoy es una carga».

A esta vivienda rehabilitada en la parroquia de Papucín, en Frades, se acceder por medio de una arboleda
A esta vivienda rehabilitada en la parroquia de Papucín, en Frades, se acceder por medio de una arboleda

Una maquila y una finca de tres hectáreas rodeada por dos ríos, en Frades

Hace más de 30 años que Antonio Liñares Stolle, empleado de banca jubilado, originario de Ordes, compró una finca de unas tres hectáreas en Tarrío, en la parroquia de Papucín (Frades), con una vivienda en ruinas. Primero arregló el tejado y después restauró la casa, donde vive desde hace un cuarto de siglo. «Tiene una maquila adosada, era particular y venían los vecinos a moler [la maquila es la porción de la molienda que pagaban por cada servicio]», cuenta.

La parcela está rodeada por dos ríos, el Gaiteiro y un afluente, y la entrada discurre por medio de una arboleda. Esta casa, de unos 300 metros cuadrados, entre la planta baja y el piso, cuenta además con una especie de apartamento independiente: «Está encima del molino, lo rehabilité para hacer unas habitaciones». Dispone de calefacción de gasoil, aunque sus dueños suelen utilizar la chimenea de leña, que también proporciona calor a los radiadores. Ahora está a la venta (por 865.000 euros), «porque es un terreno muy grande y requiere muchos cuidados». Y porque Antonio, repite, quiere dedicarse a viajar.

Parte de la fachada principal de una vivienda de tres alturas y bajo con soportales porticados, en la plaza Real eumesa
Parte de la fachada principal de una vivienda de tres alturas y bajo con soportales porticados, en la plaza Real eumesa

Una de las edificaciones con más solera de Pontedeume

Los eumeses recuerdan El Encanto, la mercería «de toda la vida» del bajo del inmueble anexo a la casa consistorial, «un casoplón» de tres plantas que entre los dos bajos y los pisos se aproxima a los 1.200 metros cuadrados, propiedad de los Pradito, como es conocida la familia. Así le llamaban al padre de los actuales dueños, José Prado Rivas, un abogado con una prometedora carrera que falleció con solo 42 años.

«Una señora, doña Adela, se la dejó a Josefa Rivas, la abuela de mi marido, Roberto, y de su hermano Ramón, que son ahora los herederos», indica Nati. Aquí vivió una hermana de su suegro, Josefa (Fina Prado), la que regentó la mercería, que falleció en 2011, y el último habitante fue Javier, el hermano más joven de su marido, hasta hace un par de años, como indica su cuñada Nati.

La edificación, una de las más emblemática del casco histórico de Pontedeume, con soportales porticados, lleva tiempo abandonada y, como reconocen los propietarios, «requiere una reforma integral». El deterioro es evidente tanto en el interior, donde conserva una singular escalera de madera, como en una de las alas del tejado. En la parte de atrás de la mercería, había una bodega.

La vivienda da a la plaza Real y a la calle homónima y, por el otro lado, a Ferreiros, en pleno centro y al pie del Camino Inglés a Santiago. «Es ideal para un hotel y para montar un restaurante y una cafetería. Hace años tuvo muchos novios, pero no quisieron desprenderse de ella», apuntan. Hoy está en venta por 750.000 euros. Para recabar más información sobre las condiciones de venta de estos cuatro inmuebles se puede contactar con el número 600 283 285.