«No hay mayor premio en la vida que poder dedicarte a lo que te gusta»

BEATRIZ ANTÓN FERROL / LA VOZ

FERROL

Susana Pedreira, retratada en Ares, donde vive y crea los diseños de su marca, Ovella Oliveira
Susana Pedreira, retratada en Ares, donde vive y crea los diseños de su marca, Ovella Oliveira JOSE PARDO

A finales del año pasado, en plena pandemia, Susana Pedreira puso en marcha Ovella Oliveira, una marca con diseños que destilan humor y originalidad

17 may 2021 . Actualizado a las 10:39 h.

En su perfil de WhatsApp luce una foto de Maureen O'Hara, aquella bella, pelirroja y valiente actriz irlandesa que volvía loco a John Wayne en El hombre tranquilo. Ella también era muy «zanahoria» de pequeña. Y además, confiesa, siempre se ha sentido identificada con la imagen de «mujer libre» y de carácter indomable que proyectaba la estrella cinematográfica. «A mí nunca me han gustado los corsés sociales. Creo que hay vivir de forma libre y hacer en cada momento lo que te más te guste y apetezca, sin importar lo que piensen los demás o lo que se supone que la sociedad espera de ti en cada etapa de tu vida», dice convencida Susana Pedreira García (Ares, 1978).

Fue precisamente así -dejándose guiar por su instinto y haciendo caso a la «arroutada» que le dictaba su corazón - como esta diseñadora gráfica y fotógrafa decidió poner en marcha a finales del año pasado Ovella Oliveira, una marca con diseños divertidos para «personas únicas, desenfadadas y alegres». En su tienda online se pueden encontrar sudaderas, camisetas, bolsas de tela y láminas con dibujos o frases con toques de humor y originalidad, que a veces contienen «indirectas muy directas», como Éntrame tú, que a mí me da palo o Me estás queriendo por el lado que no es. «Me gustan los diseños que transmiten buen rollo y son capaces de arrancar una sonrisa», confiesa esta diseñadora de 43 años «recién cumplidos».

Además, su marca también ofrece una línea de productos personalizados, con diseños al gusto del consumidor (Ovellízate), y otra con fines sociales (Ovella solidaria), en la que el 60% de lo que se obtiene por cada venta se destina a una oenegé. Y navegando por la tienda online de Ovella Oliveira, una también se puede topar con camisetas y sudaderas protagonizadas por unos barbudos muy simpáticos, unos tipos «duros» pero tiernos a la vez, con tatutajes de ositos. «Yo siempre digo que no hay barbudo feo, porque la barba te pone guapo, es infalible», bromea la diseñadora.

Susana puso en marcha su marca de camisetas, sudaderas, bolsas de tela y tazas a finales del año pasado
Susana puso en marcha su marca de camisetas, sudaderas, bolsas de tela y tazas a finales del año pasado JOSE PARDO

Le pregunto a Susana por el nombre de su marca y me explica que hace referencia a su abuela, María Oliveira, ya fallecida y a la que cuidó durante sus últimos años, cuando sus recuerdos se empezaron a empañar a causa del alzhéimer. «De niña nunca había tenido mucho trato con ella, porque era una mujer muy independiente, pero en sus últimos años se volvió muy cariñosa, estuvimos muy cerca la una de la otra y yo volví a sentir esa conexión con la familia, a sentirme como una oveja que forma parte de un rebaño», explica Susana.

Además, con la elección de ese nombre también quiso rendir homenaje a su padre, otro miembro del clan Oliveira, al que la diseñadora perdió cuando solo tenía 16 años. «Fue algo muy traumático para mí, me volví muy rebelde y en el instituto fui muy mala estudiante», rememora.

Sin embargo, todo cambió cuando encontró la horma de su zapato. Y entonces aquella joven desmotivada se convirtió en una alumna entusiasmada por unos estudios que sí le ilusionaban.  Primero en un ciclo de Delineación industrial en el instituto Rodolfo Ucha de Caranza, donde se lo pasaba tan bien que nunca quería faltar a clase. Y después -tras pasar por Aparejadores y descubrir que aquello no le gustaba-, en la Escuela Pablo Picasso de A Coruña, donde estudió Fotografía y Diseño Gráfico.

Durante muchos años impartió clases de fotografía en la asociación Arume y en la Casa da Muller, pero con la irrupción del dichoso virus se quedó sin trabajo y fue entonces cuando decidió emprender y hacer realidad una idea que llevaba mucho tiempo rondando su cabeza. Con 42 años y en plena pandemia, sí, porque Susana es una valiente y asegura que «nunca es tarde para nada» y «todo es posible a partir de los cuarenta».

Para ello contó con la ayuda de sus amigos y su madre, que siempre le han apoyado en sus proyectos. Y también con la misma férrea determinación de aquella indómita actriz pelirroja que John Ford encumbró en El hombre tranquilo. «Yo creo que hay que luchar por lo que te apasiona, porque no hay mayor premio en la vida que poder dedicarte a lo que te gusta», sentencia.