La brigada solidaria del Marcide

Bea Abelairas
BEA ABELAIRAS FERROL / LA VOZ

FERROL

César Toimil

César de la Fuente y Rosa Arroyo son dos de los médicos del CHUF que viajan en vacaciones a países con necesidades

10 sep 2017 . Actualizado a las 10:30 h.

Son médicos que llevan más de una década repartiendo sus vacaciones entre el merecido descanso y un intenso viaje de dos semanas (hasta hace pocos años eran tres) a India, Guatemala, Perú o Burkina Faso, entre otros países donde la consulta de un especialista es una suerte similar a que te toque la lotería.

El traumátologo, César de la Fuente, regresa en unas semanas a la ciudad nicaragüense de León para operar y consultar todo tipo de patologías. «En especial malformaciones en los pies, que aquí también se registran, pero que se tratan desde bebés, el problema es que en estos países los pequeños crecen así y después son marginados en sus propios pueblos, además de sufrir las secuelas de caminar mal», cuenta uno de los especialistas que colabora con la asociación Solidaridade Galega, una entidad que moviliza cada año a más facultativos gallegos y que en el Arquitecto Marcide tiene un arraigo especial.

Hasta 79 viajes

En el próximo viaje, el 1 de octubre, la brigada solidaria del Marcide estará compuesta por César y seis compañeros. Serán dos anestesistas, Ana Sarmiento y Enrique Paz, uno de los más veteranos que preside Solidaridade y suma nada menos que 79 salidas. De hecho, esta semana partió para Guatemala y se unirá a la expedición de Nicaragua desde allí. También estarán dos instrumentistas de quirófano, Montse Formoso y Beatriz Barreiros; al igual que dos traumatólogas: Teresa Breijo y Marta Corredoira.

En una segunda expedición la oftalmóloga Rosa Arroyo saldrá un año más con destino África (Burkina Faso) en noviembre, aunque ha estado en muchos otros lugares tratando cegueras que en España se erradican con intervenciones casi ambulatorias, como sucede con las cataratas. Los dos reconocen que operan y atienden al mayor número de personas, pero no se sienten desbordados: «Cuando llegas es todo motivación, te olvidas del móvil, de la burocracia y quedas a cenar con los compañeros planeando o buscando soluciones para todos los casos», cuentan entusiasmados. César se lleva todos los años dos taladradoras eléctricas para suplir los motores quirúrgicos. «Las metemos en bolsas esterilizadas para poder usarlas en el quirófano», cuenta sobre uno de los ingenios de los que tienen que echar mano para una actividad que solo cuenta con subvenciones de concellos como el de Oleiros o la UDC y dedican a comprar material médico.