Con motivo de la inauguración de una nueva Feria del Libro, en Ferrol, recuerdo la 1ª Feira do Libro, celebrada en nuestra Ciudad, del 2 al 11 de julio de 1986, con pregón de Torrente Ballester. La habíamos organizado para que coincidiera con el Campeonato del Mundo de Baloncesto. Asistieron a la feria 25 participantes, entre librerías, editoriales y, también, la Librería Rubiños, de Madrid, en colaboración con la Embajada de la URSS; y la Embajada del Uruguay, cómo colaboradora del Centro Cultural Hispano-Uruguayo. Diariamente, por las mañanas, el alcalde y el representante de los libreros acompañaban a visitar la feria a cada uno de los embajadores de los países participantes en el campeonato quienes, a su vez, iban acompañados de un baloncestista. Al final de la visita, se le entregaba al embajador, como recuerdo, el libro Sempre en Galiza. A continuación, el embajador de turno acompañado por el alcalde se trasladaba al ayuntamiento para asistir a un acto protocolario. Cuando el embajador de Australia visitó la feria, se produjo una curiosa anécdota: el embajador, que había luchado en la Segunda Guerra Mundial, tenía muchas dificultades para andar, aún con las dos muletas. El alcalde, Jaime Quintanilla, con el sentido del humor que a veces utilizaba, comentó con los que le acompañábamos ¿cómo va a subir las escaleras del ayuntamiento?, únicamente en la «silla de la reina». La mujer del embajador que sabía algo de español preguntó qué quería decir, pero nadie supo traducir la frase. Más tarde, no recuerdo quién, le explicó el significado. Aquella corporación presidida por Jaime Quintanilla, aunque disponía de un presupuesto precario era muy sensible a todo lo relacionado con la cultura. Para la organización de la feria habían colaborado con 500 mil pts., además de invitar en el concello a un acto para participantes y autoridades. Los organizadores, además de lo aportado por cada una de las casetas, también contamos con la inestimable colaboración del Capitán General, almirante Eliseo Álvarez Arenas, una persona amante de la cultura, que facilitó la impresión gratuita de 5.000 catálogos, en color, que aún contando con la colaboración del amigo Isaac Díaz Pardo no habríamos podido disponer de ellos.