Entre los 6 y los 18 años, el entrenador del Racing vivió en Burgos, donde empezó a jugar al fútbol, idolatró a Juanito y vio a Cruyff de azulgrana
02 nov 2014 . Actualizado a las 09:34 h.Vivió en Burgos desde los 6 hasta los 18 años, en sus calles empezó a jugar al fútbol y en El Plantío disfrutó con Cruyff e idolatró a Juanito. Así que para el ferrolano Manolo García, entrenador del Racing, el partido de mañana también encierra en gran medida una vuelta a casa.
A su padre, militar, le destinaron a Burgos en 1974. Manolo García estudió en el colegio Sagrada Familia hasta que cursó COU y regresó a Galicia. Aunque empezó a jugar al fútbol en otro equipo, con 12 años. «Estuve seis meses en el equipo Juan XXIII, el del barrio, y a continuación ya jugué en la Deportiva Club de Fútbol hasta que volví a Galicia para fichar por el Fabril», explica el entrenador del Racing. No le convirtieron en central hasta que llegó al Bergantiños de Ramón Piña.
El fútbol ya era parte importante en su vida de adolescente. Y con la Deportiva viajaba por toda la provincia. «Jugábamos en Miranda de Ebro, en Aranda... Y a mí me ponían de delantero, en la media, casi en cualquier posición», recuerda.
Desde la barriada militar, junto al estadio, apenas había unos minutos a pie hasta El Plantío. Y Manolo García acudía con frecuencia a ver partidos del viejo Burgos Club de Fútbol, desaparecido en 1983 -el actual Real Burgos volvió a competir en el 2011-. Su ídolo era Juan Gómez Juanito, el emblema de aquel Burgos que ascendió a Primera División en 1976. A finales de 1979 el Madrid se lo llevó a cambio de 27 millones de pesetas, un dineral para la época -unos 162.000 euros hoy-. Desde la grada del estadio burgalés, en cuyo banquillo se sentará por primera vez el sábado, Manolo disfrutó de fútbol de Primera. Le impactó Cruyff, icono de los años setenta. Aunque la foto de recuerdo se la hizo con Valdés, uno de los emblemas del conjunto burgalés.
El Plantío, que se levanta junto al río Arlanzón, ya es hoy un campo diferente a aquel vetusto estadio que tuvo solo un par de gradas hasta 1977. Manolo García recuerda las obras para levantar los dos fondos.
«Para mí es una vuelta a casa porque pasé allí buena parte de mi infancia, una época muy feliz, en la que me formé. Guardo buenos amigos de esa zona, aunque no vaya mucho», explica Manolo García. Un triunfo, por fin el segundo seguido, sería su mejor recuerdo del estadio junto al que empezó a dar patadas a un balón.
«Para mí es una vuelta a casa porque pasé allí buena parte de mi infancia, una época muy feliz, en la que me formé»