Una amistad de cine

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En directo | Presentación del mediometraje «La orilla blanca, la orilla negra» Los creadores de la productora Rape á parrilla, los feneses Pepe Piñeiro y Carlos Sardiña, se atreven en su última película con una historia surrealista sobre el poder de la amistad

26 abr 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

?arlos es el dueño de un bar al que de repente le surge un problema. Pepe y Maite, dos amigos suyos procedentes de mundos muy diferentes -él es un mariscador extravagante y ella ejerce de ejecutiva agresiva-, salen disparados en su ayuda cuando se enteran del percal. Así es la verdadera amistad. Y sobre ella, la solidaridad y los ángeles de la guarda que aparecen sin que nadie los llame para regalar soluciones trata La orilla blanca, la orilla negra , la segunda y última creación audiovosisual de la productora Rape á parrilla, de los feneses Pepe Piñeiro y Carlos Sardiña. Ambos están orgullos de su pequeña criatura, una «historia suave e sinxela» -en palabras del propio Piñeiro-, de 24 minutos de duración, que cuenta como telón de fondo con una serie de escenarios muy familiares: la zona de As Neves, en A Capela; el paseo de San Valentín y el restaurante Mundial, en Fene; O Puntal, en Neda; y las oficinas de la ya desaparecida factoría de Imenosa. Con estos mimbres, Piñeiro, como guionista, y Sardiña, como director, tejen una historia que tiene también mucho con ver con la canción que da nombre a la película - la orilla blanca, la orilla negra , de Iva Zanicchi-, que habla de alguien que llega de otro lugar -de esa otra orilla-, pero no con ganas de pelear, sino todo lo contrario. En el mediometraje, ese alguien lleva la piel de una bailarina africana que, sin que nadie se lo pida, se convierte en la solución que todos esperaban. Además de ocuparse del guión y de la dirección, Piñeiro y Sardiña también hicieron de actores -el primero encarna al mariscador y el segundo al dueño del bar- y compartieron rodaje con José Cortizas, Maite Gayet, Belén Correa, Efrén Carnero, Susana Adalid, Berta Delgado, Fátima Vázquez y Ana García. La financiación corrió a cuenta de los ahorrillos de los productores, pero eso no parece dolerles demasiado: «Nós facemos cine porque nos encanta -explica Piñeiro- e por iso nunca pedimos subvencións institucionais». «Es que ese tipo de ayudas siempre te restan libertad», explica raudo Sardiña para disipar las dudas. El resultado de su trabajo se pudo ver el pasado día 10 de marzo en el restaurante Mundial, donde se celebró un estreno para amigos acompañado de una buena comida. El mismo lugar, por cierto, en el que se rodaron buena parte de las escenas. «¿Que por que nun bar? -advierte Piñeiro- Pois porque se trata dun lugar onde ocorren cousas realmente importantes; ningúen se namora nunha biblioteca nin tampouco nun centro cultural; o amor e a amistade sempre están no bar». Sardiña le da la razón con la cabeza y justo antes de que la conversación llegue a su fin alza la voz para recordar algo importante : «Estoy empeñado en demostrar que Fene es como un Hollywood pequeño; aunque algunos lo duden, aquí se pueden hacer muchísimas cosas», dice orgulloso.