Crónica | La viuda de Gonzalo Torrente Ballester será enterrada hoy en Serantes Quienes la conocieron cuentan que fue una mujer extraordinaria y el brazo derecho del genial escritor ferrolano; la ciudad le da hoy su último adiós
12 ago 2004 . Actualizado a las 07:00 h.?esde Suecia, al otro lado del teléfono, la voz de Kristina Berg, viuda de Carlos Casares, sonaba ayer triste y apagada: «¡Qué che podo dicir de Fernanda! Era unha muller extraordinaria en todos os sentidos, sempre estaba ao carón de Gonzalo, dos seus fillos, dos seus amigos; era xenerosa, leal e moi culta; como che dicía, unha muller extraordinaria». Así recordaba Kristina a María Fernanda Sánchez-Guisande Caamaño, viuda de Gonzalo Torrente Ballester, que hoy recibirá el último y emocionado adiós de sus seres más allegados y de la ciudad de Ferrol en el cementerio de Serantes, donde será enterrada tras el funeral que se oficiará en la iglesia parroquial de San Salvador a la una de la tarde. Doña Fernada recibirá sepultura en el mismo panteón familiar donde desde hace ya cinco años y medio descansa su marido y compañero inseparable. «Tenía a todos sus hijos y amigos repartidos entre Madrid y Salamanca, pero por su expreso deseo va a ser enterrada en Serantes y ese deseo no es otro que el de estar con su marido», aseguraba ayer el profesor José Antonio Far, investigador infatigable de la obra de Torrente y amigo personal de la familia. Como Kristina, Ponte tiene una imagen nítida de la personalidad de Fernanda y de lo que ella supuso para el autor de Los gozos y las sombras . «Era una persona muy culta, muy inteligente, con una gran personalidad y, sobre todo, y ahí está su gran mérito, supo ser el brazo derecho de Torrente sin buscar ningún tipo de protagonismo, algo que no es muy habitual en estos días». El investigador recuerda que Fernanda no sólo fue la colaboradora de don Gonzalo, sino también su crítica y su secretaria: «Ella era la primera que le leía y, cuando él ya no podía escribir, tomaba notas de lo que decía y lo pasaba a máquina; nunca dejó de apoyarle, pero siempre lo hizo desde la discrección». Kristina, con quien se solía reunir en verano en Ramallosa (Nigrán) -donde el matrimonio Torrente tenía una casa cerca de la de Carlos Casares-, también fue testigo de ese apoyo incondicional que Fernanda prestó a su marido: «Él tiña a vista moi mal, así que ela era como os seus ollos; axudoulle moítismo». Además de su amor por las letras, Torrente contagió a su mujer el apego que sentía por su ciudad natal. Cuenta Ponte Far que Fernanda -con quien el escritor se casó en 1960 y tuvo siete hijos- «se sentía muy cómoda y a gusto en Ferrol». «Todos los gobiernos municipales sin excepción trataron muy bien a Torrente y ella lo supo agradecer», asegura el estudioso. Y José Manuel Couce Fraguela, concejal de Cultura, da fe de sus palabras: «Fernada tenía predilección por Ferrol y supongo que en eso tuvo mucho que ver el cariño con el que don Gonzalo hablaba siempre de la ciudad». Y esa misma ciudad será la que hoy despedirá con respecto y cariño a la que fue su fiel compañera.