El eslabón más débil es el humano

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto REDACCIÓN / LA VOZ

EXTRAVOZ RED

EDGARDO CAROSIA

03 oct 2017 . Actualizado a las 10:12 h.

Ha costado años, casi una década ?Facebook se empezó a expandir en el 2007, cuando lanzó sus versiones en español, francés y alemán; WhatsApp se fundó en el 2009 e Instagram en el 2010?, pero por fin hemos caído en la cuenta de que esas aplicaciones que llamamos redes sociales no son oenegés, sino servicios creados por empresas que persiguen una rentabilidad económica. Y la mejor forma de hacer dinero en el siglo XXI es disponer de información privilegiada: ¡qué mejor base de datos que la vida y la actividad diaria de cientos de millones de personas en todo el mundo!

Las redes sociales suponen un tesoro de información y oportunidad no solo para las compañías propietarias, también para los atacantes cibernéticos. Cada día, más de 600.000 cuentas de Facebook se ven comprometidas. Los ataques pueden ocurrir a través del botón «Me gusta», el secuestro de enlaces y el phising, cuyo objetivo es recopilar información personal bajo el disfraz de una entidad de confianza. Según Get Safe Online (una iniciativa que promueve la seguridad en Internet, lanzada en el Reino Unido), el 25% de los usuarios consultados tienen «una comprensión limitada» de los riesgos a los que se enfrentan cuando navegan por la World Wide Web. Además, casi el 60% asegura que no sabe cómo administrar y actualizar su configuración de privacidad en las redes sociales. Por otro lado, el 43% afirma que utiliza la misma contraseña para múltiples cuentas online, y casi un tercio admite que nunca ha realizado una copia de seguridad de sus documentos y fotos. Esto ha llevado a muchos expertos a etiquetar a las personas como el eslabón más débil de la cadena de seguridad.

Pero, al final, resulta que los propios gigantes de Internet son los más peligrosos a la hora de utilizar nuestra información con fines dudosos. Por ejemplo, Google y Facebook han creado algoritmos que, en base al historial de navegación de sus usuarios, pone marcha lo que se ha denominado «filtro burbuja» y que aisla al ciudadano de opiniones distintas a la suya. Las condiciones de privacidad a las que damos aceptar alegremente, sin detenernos a pensar lo que estamos firmando, les permite este y otros abusos.

Según el Decálogo de Seguridad del Internauta elaborado por la compañía TIC Súmate Marketing Online, es conveniente que los usuarios de Internet mantengan en las principales redes sociales un perfil general y otro más privado, con un tope de unas cuarenta o cincuenta personas, sólo para los amigos y familiares íntimos. Una precaución que a veces puede no servir de nada, porque la mayoría de los jóvenes nunca pide permiso para compartir una imagen de otros en las redes, y tampoco sabe cuántas fotos suyas se han subido a Internet, por lo que el riesgo real continúa sin ser percibido por este colectivo. En la relación entre hombres y máquinas, los humanos llevamos las de perder y lo peor es que la culpa es solo nuestra.