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MOTOR ON

El Citroën Dyane nació para ser el sustituto del Citroën 2 caballos, ya por entonces un símbolo de sencillez y fiabilidad pero que con más de 20 años de servicio a su espalda y una competencia que le tomaba la delantera, como el Renault 4L, le estaban obligando a renovarse.

08 oct 2017 . Actualizado a las 09:12 h.

Con una carrocería más cuadrada y angulosa que el 2 CV, un mayor equipamiento y un diseño más elegante y en apariencia más robusto, el nuevo Dyane se presentó en el salón del automóvil de París de 1967. Además de una capota de lona enrrollable de dos posiciones, sorprendía por el útil portón trasero, asiento trasero extraíble para mayor capacidad de carga y unas puertas laterales cóncavas que según la marca reducían ruidos. Asimismo y en opción, se podría adquirir con embrague centrífugo, una concesión a la comodidad que permitía no pisar el embrague al detenerse sin temor a que se calase. Para la construcción del nuevo vehículo de la marca de los dos chevrones, según su director en aquel momento, Pierre Bercot, se habían tenido en cuenta cuatro premisas: contar con un nuevo portón trasero con cristal, mantener una potencia fiscal dentro de los 2 caballos, reutilizar la máximas piezas posibles del 2 CV y del Ami 6 y aprovechar la cadena de montaje existente del modelo al que iba a sustituir. Como el departamento de fabricación de la marca en 1965 estaba ocupado con el desarrollo del Citroën GS y de las actualizaciones del DS y del Ami, la labor de creación del nuevo utilitario se se encomendó a una empresa de diseño llamada Panhard, absorbida por la propia Citroën dos años antes.

Hermanos de cadena

Además de la línea de montaje se aprovecho el mismo motor bicilíndrico, transmisión delantera y caja de cuatro marchas del 2 CV. Las primeras unidades montaban el motor de 21 caballos de 425 cc, con dos niveles de equipación, Luxe y Confort, apareciendo un año más tarde un nuevo propulsor de 435 cc de 26 cv y una velocidad máxima de 102 km/h. Este motor, aunque fiable, penalizaba por baja potencia, lo que si añadimos un mayor peso que el 2 CV convertía a este utilitario en un perezoso en cuestas arriba y lento en aceleraciones, algo que fue un lastre al principio. Sin embargo, su robustez mecánica le permitía manterner una velocidad de crucero muy alta sin que la mecánica se resintiese. Más tarde llegaría la variante más potente de 32 caballos, que acabó adoptando el nombre de Dyane 6 por los 602 centímetros que cubicaba y anunciaba una velocidad máxima de 110 km/h. Otro punto a su favor era su estabilidad, contaba con una amortiguación hidráulica horizontal central bien conseguida que le permitía tomar curvas con mucha confianza aunque con una inclinación de la carrocería inquietante. Con una filosofía de mínima complejidad se convirtió, igual que su hermano, en una máquina fiable, económica y funcional. Con una sociedad jovén que cada vez tenía más acceso a este tipo de vehículos económicos se convertiría en un éxito de ventas. Sin embargo, estas mismas razones mantuvieron a su hermano pobre, el 2 CV, en unas ventas al alza que, unido a la crisis económica del 73, ayudaron a amplificar las ventas. Ambos utilitarios eran igual de fiables, con el mismo mantenimento, incluso el 2 CV aceleraba mejor gracias un peso más contenido pero además costaba menos. Argumentos que pesaban mucho a la hora de valorar la compra.

Los argumentos tan conservadores en la construcción del Dyane le pasaron factura. Lo que en un principio suponía una maniobra brillante al reutilizar casi el 90% de las piezas y la cadena de montaje del 2 CV, resultó ser su talón de Aquiles. Citroën pronosticaba en 1967 que en cuanto las ventas del nuevo Dyane fuesen mejores que las del 2 CV lo reemplazarían sin el bajón económico en la producción. Un hecho que nunca ocurrió, fue precisamente al contrario, el que iba a ser sustituido fue quien sobrepasó al nuevo. Al final el Dyane fue un complemento evolucionado a la sombra de su hermano más viejo, retirado 7 años más tarde del mercado que su suplente. El Dyane no tuvo el mismo éxito del Dos Caballos, que alcanzó un puesto destacado en el Olimpo de la historia automotriz por sus cuatro décadas en producción; pero sus 16 años de producción demostraron una trayectoria de fiabilidad, robustez y economía de mantenimiento difícil de igualar.