Acelerón hacia el pasado más romántico

MOTOR ON

José Manuel Casal

Tres pilotos de la categoría de Daniel Alonso, Manuel Senra y Xesús Ferreiro relatan para ON sus sensaciones al volante de sus históricos vehículos en un rali no menos mítico, el Rías Altas.

13 nov 2016 . Actualizado a las 10:13 h.

Aquí no se escucha ni un latido porque el corazón lleva forma de árbol de levas con pistones y bielas. La sangre huele a gasolina, pero el aroma que desprende un rali de vehículos históricos como el Rías Altas es indescriptible. Hay que vivirlo. En eso coinciden plenamente los tres pilotos que desgranaron para ON la mítica carrera de coches clásicos perteneciente al Campeonato de España y que volvió a hacer de la coruñesa plaza de María Pita el centro neurálgico de los amantes de los ralis en su estado puro: Manuel Senra (Olveira, 1961), Xesús Ferreiro (Melide, 1968) y Daniel Alonso (Avilés, 1965).

Senra recuerda con añoranza los tiempos pasados, en los que protagonizó memorables pulsos con Germán Castrillón por los tramos por los que discurrió el último Rías Altas. «Gracias a Recambios Regueira puedo permitirme repetir sensaciones con el público, sobre todo en los tramos de Narón y Ferrol, que es donde yo tenía más apoyo. Mi preferido es el tramo de Doroña, de toda la vida», relata.

Senra acelera hacia el pasado con un Peugeot 306 Maxi Kit Car de 1996, con 300 CV de potencia y siete relaciones para mover sus 1.025 kilogramos de peso. «Es un coche de carreras legendario, fabricado expresamente para correr. Me gustaba verlo y ahora me encanta sentirlo», describe orgulloso.

El piloto de Dumbría exprime su montura como antaño hicieron los pilotos que lo estrenaron. Con dos ruedas motrices y una suspensión con menor recorrido que las actuales Senra no solo no acusa la teórica pérdida de velocidad, sino que cree que «está haciendo unos tiempazos». «Este coche no evolucionará más porque está a tope, subido de potencia desde los 220 CV», avanza. El propulsor del 306 está fabricando en Francia, pero todas las mejoras se hacen en Olveira, en el taller de Manuel Senra, que expresa la paradoja de muchos pilotos de históricos: «A mi edad, tenso ya no voy a estar, pero este coche proporciona mucha adrenalina, porque gira a 9.600 revoluciones por minuto. Solo escuchándolo sientes que realmente es un coche de carreras». Lo dice un piloto con cinco Campeonatos Gallegos de asfalto, uno de montaña de turismos y dos Gallegos de tierra, que entró en el servicio oficial Peugeot con 19 años y debutó en competición con 25, antes de comprarse su primer coche de ralis: un Renault 5 GT Turbo.

XESÚS FERREIRO

Desde Motor Melide, este poseedor de tres Autonómicos de históricos (1994, 1997 y 2000) y otros tantos Nacionales (2007, 2012 y 2014) presume de Ford Escort MK2 de 1976. «Un mito de los años setenta y ochenta. Un coche similar participó en el Mundial en 1981 con un palmarés importante», recuerda.

Xesús Ferreiro comparte con ON lo que se siente al volante de este magnífico automóvil: «La conducción es muy espectacular porque, al ser de tracción trasera, derrapa mucho y eso al público le gusta». «Tengo que reconocer que a mí también, a la hora de pilotar».

Una de las dudas que surgen al hablar de este tipo de vehículos históricos es el esfuerzo que supone su mantenimiento. Ferreiro desmiente estereotipos. «El mantenimiento es el mismo que un coche de competición actual. Yo lo hago cada 1.500 kilómetros cronometrados una revisión a fondo del motor, aparte del alineado rali a rali. Tras cada batalla, limpiar y revisar, reapretar todo y reponer piezas dañadas», explica.

El Ford Escort MK2 se da a la mística. Sus especificaciones son espectaculares, descartada la versión de calle en su momento. Con dos litros y 280 CV de potencia, es un coche especialmente diseñado para la competición. «Me encanta el sonido que hace, es lo que más me gusta. Va a 9.000 revoluciones por minuto... es impresionante escucharlo. Los de ahora con el turbo no giran tanto, y este es como un fórmula 1 antiguo, que corre por lo que gira... una barbaridad. Aparte de lo que corre, claro, que eso también le gusta a los espectadores», presume este habitual del rali Rías Altas («porque la escudería Ferrol es una garantía», argumenta) que ya sabe lo que es pilotar un Porsche 911 en el Campeonato de España de asfalto. «Esto es diferente. La nobleza de este coche es espectacular. Hay que llevarlo suelto, derrapando mucho», aconseja.

Del Rías Altas le gusta poder tener el coche en la plaza de María Pita. «Un lujo y una ilusión», dice, «que me recuerda cuando yo era chaval y me quedaba mirando los coches precisamente de esta época». También se queda con Doroña, pero sobre todo con el potencial de los ralis en Galicia. «Cuando vienen pilotos y aficionados de fuera, alucinan», concluye.

DANIEL ALONSO

Afianzado en la zona noble del Europeo, revalidó su título Nacional de históricos en el Rías Altas. Avilesino de 1965, conduce un coche de 1990, el Ford Sierra Cosworth 4x4 con especificaciones FIA, más restrictivas, como la brida del turbo y control de otros elementos que mejoren el vehículo más allá de lo que era posible en su época de esplendor.

«Es una joya. Lo llevo incluso con la publicidad de entonces. Fue coche oficial de Ford y al ser 4x4 es más eficaz y seguro en cualquier terreno, lo que permite un paso por curva mucho más rápido, al estilo del Toyota Celica y el Lancia Integrale, también tracción total», relata. Mia Bardolet y Luis Monzón podrían corroborarlo.

Alonso considera que el mantenimiento de su montura es más complejo, costoso y delicado que el de un coche actual. «Pero aquí estamos porque nos apasiona correr y la evolución de la mecánica a medida que empleas horas en ella para cada carrera», defiende.

El Rías Altas es el rali preferido del asturiano «por sus cambios de piso viejo y roto, y las dificultades por humedad y las hojas, pero también porque es muy cómodo para el trabajo del piloto». «Requiere un pilotaje técnico, a la vieja usanza. Ya gané el rali de A Coruña hace 25 años, tengo la Torre en casa. Y no ha perdido su esencia», zanja.