De Vilagarcía a Valencia en coche para ayudar: «La realidad supera con creces a la televisión»

Candela Montero Río
Candela Montero Río REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Antonio, descargando material en la casa de una familia de Torrent.
Antonio, descargando material en la casa de una familia de Torrent.

Cuando vio la tragedia, Antonio Castelo no se lo pensó y se lanzó a la carretera «para echar una mano en lo que se pueda». Se fue solo y, diez horas después, llegó a la zona cero de la catástrofe. «Es un caos», lamenta

08 nov 2024 . Actualizado a las 19:59 h.

«La realidad supera con creces a la televisión. Es como un contenedor de basura». Es el resumen que hace Antonio Castelo (Culleredo, 1997) de la situación que está viendo en Valencia. Y fue precisamente lo que mostraban las imágenes lo que le impulsó a recorrer los casi mil kilómetros que separan Vilagarcía, donde vive desde hace tres años, del territorio devastado por la dana. El martes, llenó su coche con todo lo que pudo conseguir y salió de casa, solo y dispuesto a pasarse diez horas en la carretera. Asegura que el viaje se le hizo «bastante ameno» y, el a última hora de ese mismo día, llegó a la zona cero del desastre.  

Llevaba desde comida de bebés hasta conservas, además de velas, pilas o bombonas de cámping gas. Y, sobre todo, toda su buena voluntad. Su motivación, al igual que la de los miles de voluntarios que acudieron en los primeros días, está clara: «Ayudar con lo que pueda». «La dejadez de nuestros políticos es lo que me mueve a intentar hacer algo por mí», añade.

Ha estado en algunas de las zonas en con las que más se ha cebado la catástrofe, como Utiel, ChivaTorrentMasanasa o Paiporta. Sin embargo, reconoce que el recibimiento fue «bastante agridulce» en algunas áreas. «Es un caos», sentencia. «En Utiel, pese a ver una marca de agua hasta la altura del escritorio, en el cuartel de la Guardia Civil me dijeron que no necesitaban nada por allí», relata sorprendido.

Pero no en todas partes se repitió esa situación: «Paiporta es otro cuento. He sido muy bien recibido por todo el mundo, que me agradecía el viaje y la ayuda», relata. La reacción de los vecinos es lo que más le ha impactado: «Lo que más me impresiona es la gente. Pese a no tener de nada, te lo dan todo», explica. «Me invitaron a comer paella y no me dejaron descargar la ayuda hasta que terminé», añade. 

En principio, este viernes vuelve a Galicia, pero sabe que todavía queda mucho por hacer. En cuanto a las necesidedes, explica que estas varían progresivamente, en función de la ayuda que va llegando. «Botas de agua y de seguridad, fregonas, escobas de barrendero y productos higiene femenina e infantil», son algunas de las carencias que él ha detectado. Además, recuerda la importancia de no olvidarse de los más pequeños y de aquellos que sufren algún tipo de intolerancia alimentaria a la hora de enviar comida.