El PP mantiene su estrategia frente a los últimos órdagos de Vox

Javier Arias Lomo MADRID / COLPISA

ESPAÑA

El presidente de Vox y diputado en el Congreso, Santiago Abascal, en la votación de la investidura del candidato popular, Alberto Núñez Feijoo.
El presidente de Vox y diputado en el Congreso, Santiago Abascal, en la votación de la investidura del candidato popular, Alberto Núñez Feijoo. Juan Carlos Hidalgo | EFE

Los de Abascal anunciaron la ruptura de relaciones con los populares a nivel nacional, una decisión que no es extrapolable a los gobiernos autonómicos que dirigen en coalición

10 dic 2023 . Actualizado a las 18:53 h.

El inesperado resultado de las pasadas elecciones generales del 23-J se tradujo en la imposibilidad para Alberto Núñez Feijoo de formar Gobierno, pero al mismo tiempo —y una vez asumido que, por ahora, deberá ejercer el rol de jefe de la oposición—, la cita con las urnas también evitó al PP enfrentarse a la incógnita de qué relación entablar con Vox en caso de haber requerido su apoyo para desbancar a Pedro Sánchez. El paso de los meses y el hecho de que el secretario general del PSOE haya conseguido su objetivo primordial de reeditar mandato al frente del Ejecutivo de coalición ha llevado a los dos principales partidos del espectro ideológico de la derecha a una nueva colisión política por las divergencias en los caminos que ambos han transitado desde las pasadas generales.

Buena prueba de ello es la decisión que Vox tomaba esta semana de cortar sus relaciones con la cúpula del PP al «no lograr unificar posturas sobre cómo responder a la hoja de ruta del PSOE con la amnistía y sus pactos con el independentismo». Así lo confirmaba el lunes el secretario general del partido, Ignacio Garriga, que denunciaba que los de Alberto Núñez Feijoo «no quieren trabajar de la mano para parar el golpe de Estado» y recriminaba a los populares el haberse «repartido» la mayoría de comisiones existentes en la Cámara Baja con PSOE y Sumar.

Lo cierto es que los dos partidos han promovido manifestaciones durante este tiempo contra Sánchez y sus pactos con las fuerzas independentistas, pero con importantes divergencias. Mientras que en el PP han querido marcar perfil propio y han convocado actos ?dejando claro que otras formaciones como Vox no eran bienvenidas? para visibilizar la «mayoría social» que los populares creen aglutinar, desde Bambú 12 han tratado ?en vano? de formar un frente común, además de haber ido un paso más allá que los de Feijoo en las protestas a pie de calle.

Precisamente, mientras que Génova se ha desmarcado de los altercados violentos frente a la madrileña sede socialista de Ferraz por la ley que borrará los delitos del procés  —protestas que aún continúan produciéndose, aunque con cada vez menos fuelle—, Vox se ha mostrado mucho más tibio. E incluso sus principales dirigentes, con el propio Abascal al frente, se han dejado ver allí en numerosas ocasiones.

En realidad, el paso de Vox supone más una congelación de relaciones entre las direcciones de los dos principales partidos de la oposición que una ruptura, ya que la decisión no afecta a las alianzas territoriales que permiten la gobernabilidad de la derecha en seis autonomías y multitud de ayuntamientos, algunos de ellos de grandes ciudades, y donde Vox sí dice sentirse respetado y escuchado por el PP.

Desdén en la respuesta

Fuentes populares recalcaban esta semana su sorpresa y aseguraban «desconocer» a qué tipo de relación se refieren en Vox con este órdago ?ya que, recuerdan, el 23J echó por tierra cualquier eventual pacto a nivel nacional entre ambos?. En Génova circunscriben este movimiento a la «deriva» que desde hace tiempo se está produciendo en la otra familia de la derecha y que se traduce en la salida de sus perfiles más liberales, como ocurrió con el exportavoz parlamentario Iván Espinosa de los Monteros y algún otro diputado este verano. El sábado, el nuevo portavoz de Feijoo en el Congreso, Miguel Tellado, avisó a Abascal de que no intente «dirigir» a un partido que no es el suyo.

Los voxistas, que estaban convencidos, igual que el PP, de estar a estas alturas en la Moncloa, han apostado definitivamente por una vía más dura en este inicio de legislatura. A su intento de redoblar el pulso en la calle hay que sumarle cómo se ha alejado de la institucionalidad en las últimas semanas al ausentarse de citas como la de la celebración del Día de la Constitución.