El CNI no sabe quién espió a Sánchez y sus ministros un año después del cese de su directora

Melchor Sáiz-Pardo MADRID / COLPISA

ESPAÑA

La exdirectora del Centro Nacional de Inteligencia, Paz Esteban, con la ministra de Defensa y Esperanza Casteleiro, su sustituta en el CNI
La exdirectora del Centro Nacional de Inteligencia, Paz Esteban, con la ministra de Defensa y Esperanza Casteleiro, su sustituta en el CNI Eduardo Parra | EUROPAPRESS

Los móviles del presidente y de Marlaska y Robles fueron infectados con el «software» malicioso Pegasus

07 may 2023 . Actualizado a las 15:43 h.

Este jueves, 11 de mayo, se cumple un año de la decisión del Gobierno de cesar a Paz Esteban como directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) en pleno doble escándalo por Pegasus: por un lado, el espionaje a los independentistas catalanes por parte de los servicios secretos y, de otra parte, por el pinchazo a los móviles del presidente Sánchez y de los ministros Margarita Robles y Fernando Grande-Marlaska. Doce meses después de la salida forzosa de Esteban, la herida por la «traumática defenestración» de una directora largamente vinculada a un departamento clave del Estado no se ha cerrado en «La Casa». Es más, en los círculos más cercanos del CNI persiste la interpretación crítica de que la Moncloa fulminó a su exjefa para contentar a los socios secesionistas y no por la intrusión de Pegasus en los terminales del presidente y de los titulares de Defensa e Interior.

Y todo mientras los servicios secretos siguen sin saber quién espió al Gobierno, ya que tanto la investigación interna del Centro Criptológico Nacional (CCN, el corazón tecnológico del CNI) como la de la Audiencia Nacional hace meses que están en vía muerta y sin perspectiva ninguna de avanzar. Las sospechas de que detrás de la intervención de los móviles del Ejecutivo estuvo Marruecos persisten, aunque el CCN ha sido incapaz de probar esta tesis, ya que el análisis forense de los terminales solo ha permitido constatar la fecha, volumen y contenido de la exfiltración, pero no el receptor de esos datos.

Esa información solo la conoce el fabricante de Pegasus, la compañía israelí NSO Group, que se ha negado en redondo a colaborar con la investigación del juez José Luis Calama. Así las cosas, el magistrado de la Audiencia Nacional se ha limitado a interrogar (y por escrito) a Grande-Marlaska, Robles y al ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, último responsable de la seguridad de los móviles de Moncloa. 

Días convulsos de primavera

Aquellos días convulsos de la primavera del 2022 acabaron con Esteban relevada por Esperanza Casteleiro, mujer de confianza —era su número dos en Defensa— de Margarita Robles. Pero esas jornadas que devolvieron al CNI al ojo del huracán todavía no se han digerido en unos servicios secretos que asistieron atónitos a dos hitos impensables meses antes: el reconocimiento público y «voluntario», sin precedentes en ningún país, de que el Estado había sido víctima de un ciberespionaje y la forzada comparecencia de Esteban para dar cuenta ante el Congreso de las actividades más blindadas del centro.

El 2 de mayo del año pasado, la Moncloa anunció a bombo y platillo, y en pleno escándalo por la intervención de las comunicaciones de los independentistas catalanes con Pegasus, que una falla de seguridad había permitido que el dispositivo de Sánchez fuera infectado con ese malware en dos ocasiones —el 19 y el 31 de mayo del 2021— con un robo de información de 2,6 gigas y 130 megas. También reveló Presidencia que el móvil de Robles había sido hackeado en junio de ese mismo año y que de él salieron nueve megas de datos. Y que el terminal de Grande-Marlaska fue vulnerado asimismo por dos ataques también el 7 y el 26 de junio, sustrayéndole 6,3 gigas. Por la misma época, el smartphone del ministro de Agricultura, Luis Planas, fue objetivo de Pegasus, pero sin que lograra extraer información. 

Aquella inédita comparecencia protagonizada por Bolaños eclipsó semanas de polémicas después de que la plataforma canadiense Citizen Lab hubiese revelado en abril que al menos 65 políticos y activistas catalanes y vascos vinculados al independentismo habían sido espiados con ese mismo software malicioso que solo pueden comprar, a priori, los gobiernos. Apenas tres días después —el 5 de mayo— de que la Moncloa revelara haber sido víctima del espionaje, la propia Esteban se vio obligada a comparecer en la comisión de secretos oficiales por el voto a favor del Grupo Socialista. Y fue allí donde tuvo que reconocer que el CNI había intervenido los teléfonos de 18 políticos separatistas, entre ellos, el del actual presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, con el aval del Tribunal Supremo.

¿Fue la destitución de Esteban un parche para contentar a los aliados nacionalistas del Gobierno?

Los doce meses transcurridos desde la destitución de Paz Esteban no han hecho desaparecer la percepción en el centro de que la directora fue convertida en «la cabeza de turco» para contentar a los socios catalanes de Sánchez y de que el espionaje al Gobierno fue la coartada para forzar su cese. La Moncloa presionó para que Esteban renunciara de forma «voluntaria», pero ella se resistió. Nunca aceptó ser responsable ni de la falla de seguridad de unos móviles que dependían del departamento de Bolaños, ni de haber cometido irregularidad alguna al haber espiado a altos cargos de la Generalitat y a activistas del independentismo. Paz Esteban ha guardado silencio desde su cese. En octubre, presentó su baja voluntaria en el CNI tras 39 años de servicio. No quiso esperar a cumplir los 65 en este mismo año 2023. Los que la conocen dicen que con ese gesto lo dijo todo.