Una decena de mentiras por la secesión

Francisco Espiñeira Fandiño
FRANCISCO ESPIÑEIRA REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

ALBERT GEA | REUTERS

Los separatistas falsean la realidad económica, social e histórica de Cataluña para lograr más apoyo

22 oct 2017 . Actualizado a las 15:06 h.

La pulsión separatista de Cataluña era una realidad muy minoritaria desde el retorno de la democracia. Hasta el año 2012. Ese es el verdadero punto de inflexión en el que la Generalitat, presidida por Artur Mas, abandonó su tradicional pragmatismo y renunció a su papel de comodín político en Madrid con enormes retornos económicos para pasarse al bando separatista, algo de lo que siempre había huido el histórico Jordi Pujol. Mas hizo un cálculo estratégico para intentar sumar una mayoría social que le perpetuara en el poder, le ayudara a superar el acoso social y político derivado de los recortes provocados por la crisis, y sobre todo, dejara en segundo plano los casos de corrupción que azotaban con fuerza a Convergència.

Para tejer el nuevo relato, la Generalitat y sus satélites políticos se emplearon a fondo en la distorsión de la realidad, con una sucesión de falsedades y medias verdades con las que intentaban conseguir el máximo apoyo ciudadano a partir de la distorsión de la historia y de la convivencia. A continuación, un breve relato de las mentiras más repetidas por la Generalitat y sus satélites. 

1. «No estaremos fuera de la UE ni un minuto»

De poco han servido las palabras del presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, del de la Eurocámara, Antonio Tajani, y las de todos los comisarios comunitarios. Mucho menos, claro, el análisis de las normas de pertenencia a la UE. Artur Mas, Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Raül Romeva, entre otros próceres del independentismo, han repetido en numerosas ocasiones que la permanencia en la UE no estaba en discusión con todo tipo de argumentos, casi siempre inverosímiles, como el de que una Cataluña independiente sería el segundo contribuyente neto del bloque, solo superada por Holanda. Angela Merkel, Emmanuel Macron y hasta Theresa May, impulsora del brexit, han desmentido ese ensueño en las últimas semanas. 

2. «Los bancos no se irán de Cataluña. Las empresas se pelearán por venir a hacer negocios aquí»

Los cerebros del desafío secesionista nunca pensaron que la burguesía catalana, uno de sus grandes mentores, fueran a dar la espantada a las primeras de cambio. El temor a perder las vías de financiación del Banco Central Europeo, el miedo al impacto negativo en sus productos de un posible boicot en el resto de España y la posibilidad de un corralito económico, anunciada por una de las portavoces de la CUP, desataron una migración en masa de las grandes empresas. Caixabank, el buque insignia, dio el pistoletazo de salida a la huida masiva junto al Banco Sabadell. Desde el 1 de octubre, han cambiado su domicilio social a fuera de Cataluña más de mil empresas, incluidas todas las del Ibex 35, excepto Grifols, una farmacéutica cuyos principales intereses están en Estados Unidos. Se ha ido hasta Codorniu, la empresa más antigua de la comunidad, originaria de 1515. 

3. La represión policial y los más de mil heridos del 1-O

La batalla propagandística por el apoyo internacional llevó a la Generalitat a multiplicar el número de supuestas víctimas de la violencia policial en las cargas del 1-O. La cifra oficial de heridos se disparó hasta llegar más de 1.000, aunque finalmente fuentes oficiales tuvieron que reconocer que solo dos de ellos precisaron ingreso hospitalario. Hasta los diarios The Washington Post y The Guardian han tenido que pedir perdón por el uso de información falsa, como muchas de las imágenes utilizadas para denunciar las agresiones de las fuerzas del orden que, en realidad, eran de otros conflictos e incluso de otros países. 

4. «En España hay presos políticos»

El ingreso en prisión de los Jordis, Sánchez y Cuixart, presidentes respectivamente de la Asamblea Nacional Catalana y de Òmnium Cultural, multiplicó el vocabulario victimista del argumentario secesionista. «Son presos políticos», se apresuraron a definirlos los principales líderes separatistas en un discurso solo apoyado en el resto de España por los principales líderes de Podemos y sus confluencias. Los Jordis están detenidos y en prisión provisional por varios delitos, no por sus posturas políticas. También hay numerosos cargos públicos de casi todos los partidos que han pasado por trances similares en diferentes operaciones policiales.

5. Un movimiento pacífico

Los organizadores de la parafernalia separatista hacen especial hincapié en subrayar que el movimiento independentista tiene un carácter pacifista. Sin embargo, en los últimos meses se han multiplicado a las amenazas a los discrepantes, con pintadas insultantes y amenazadoras en casa de familiares de Albert Rivera y otros cargos políticos, el acoso a alcaldes y otros líderes no independentistas, ataques a sedes de los partidos constitucionalistas y el destrozo de mobiliario público. En documentos incautados a los separatistas se habla de la necesidad de incrementar la presión ciudadana. Destacados dirigentes de la CUP decían al dejar la sede del Parlamento tras la fallida DUI que el único camino hacia la independencia era la pelea en la calle.  

6. Una mayoría social

Desde la multitudinaria Diada del 2012, los secesionistas han intentado hacer ver que la mayoría de los 7,5 millones de habitantes de Cataluña respalda la independencia. Ese relato no encontró refrendo en las urnas, donde en los comicios del 2015, presentados como plebiscitarios, la suma de los separatistas se quedó en el 47 % de los votos emitidos, ni en la calle, donde el pasado 8 de octubre se pudo ver en Barcelona por primera vez una masiva manifestación de personas afines a la Constitución y a la unidad de España que demostró la presencia de otros sentimientos en la sociedad catalana. 

7. Las apelaciones al diálogo

Uno de los mantras más repetidos por Puigdemont y sus aliados es su predisposición a negociar con el Gobierno central y reclaman para ello una mediación internacional. Sin embargo, los independentistas no renuncian a la secesión y solo pretenden fijar en esas charlas las condiciones para un teórico divorcio amistoso. 

8. El respeto a la legalidad

En las últimas semanas, la actitud de la Generalitat y sus satélites han presumido del máximo respeto a la legalidad en todas sus actuaciones, cuando, en realidad, no han sido capaces de respetar ni las propias leyes del referendo -que se celebró sin junta electoral, sin censo y sin mesas electorales aprobadas- o de transitoriedad aprobadas en el Parlamento catalán, por no hablar de la vulneración permanente de varios principios constitucionales, las trampas al Ministerio de Hacienda en el uso de partidas económicas para pagos no relacionados con la actividad diaria de la Generalitat y otros artículos del Código Penal

9. «España nos roba»

Uno de los principales mitos de la historiografía independentista es el supuesto perjuicio que su bonanza económica ocasiona a los catalanes: con sus impuestos, denuncian, sufragan la solidaridad territorial en el resto de España. «España nos roba» fue una frase muy utilizada por Jordi Pujol y Artur Mas, aunque las llamadas balanzas fiscales, la diferencia entre lo que paga cada comunidad y lo que recibe, muestran que no es verdad, e incluso otras comunidades, como Madrid, aportan mucho más. Irónicamente, la respuesta de algunas de las comunidades afectadas por las críticas de Cataluña les ha respondido que «quien os roba son los Pujol y los del 3 %». 

10. Una historia manipulada

El relato de los independentistas intenta crear una mitología propia de un gran estado que inició su declive en 1714. Los datos reales de los investigadores desmienten todas esas apreciaciones. Barcelona fue un condado importante en la España previa a los Reyes Católicos, pero siempre dependiente de la Corona de Aragón. El fin de la dinastía de los Austrias en 1700 abrió un período de guerra civil en España hasta 1714. Barcelona se alineó en el bando perdedor, contra los Borbones, aunque amplios territorios del interior de Cataluña y el valle de Arán también apoyaron al candidato francés. El héroe de aquellos días al que se rinde homenaje en la Diada -instaurada como fecha a conmemorar solo desde 1901- era el patriota español Rafael Casanovas, que llamaba a sus paisanos a luchar para defender las libertades de España frente al esclavismo que pretendía imponer Francia.

El mando recae en la segunda generación de inmigrantes

Un estudio del censo publicado hace escasas semanas revelaba que de los veinte apellidos más repetidos en Cataluña, 18 eran de origen castellano: García, Pérez, Sánchez, Fernández... El primero netamente catalán sería Vila, en el puesto 16. Esa realidad se traslada a los nombres de los principales dirigentes de los separatistas, que son hijos o nietos de inmigrantes procedentes de toda España, lo que en el vocabulario de Gabriel Rufián, hijo de jienenses, serían los charnegos. La familia del mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, llegó desde Valladolid, mientras que la de Jordi Sánchez, de la ANC, lo hizo desde La Alpujarra granadina.