Con el guion bien aprendido

Enrique Clemente Navarro
enrique clemente MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

El duque opta por la única defensa posible, pero puede volverse contra él

27 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Negarlo todo, alegar desconocimiento de los hechos investigados, culpar a su socio, dar las explicaciones justas y esquivar las preguntas más comprometedoras. Estas han sido las férreas líneas de defensa de Iñaki Urdangarin durante las dos maratonianas jornadas de declaración ante el juez José Castro y los fiscales. El duque de Palma demostró que había preparado el interrogatorio muy a fondo y estaba bien asesorado. Llevaba el guion de lo que tenía que responder bien aprendido. Su entrada a pie en el juzgado, su breve declaración a la prensa y su disposición a colaborar formaban parte de una puesta en escena muy estudiada.

Pero la clave de bóveda de su táctica defensiva fue descargar cualquier responsabilidad por las presuntas irregularidades del Instituto Nóos en el que fue su socio y amigo Diego Torres. Alegó que él nunca tuvo nada que ver con las cuentas ni con la gestión, era únicamente la imagen de Nóos, el encargado de buscar los contactos, de mediar con Gobiernos autonómicas como los que presidían Jaume Matas y Francisco Camps en Baleares y la Comunidad Valenciana, con otros organismos públicos y empresas privadas para venderles sus proyectos.

Esta estrategia, quizá la única posible ante la contundencia de las evidencias que juegan en su contra, puede ser muy peligrosa para su futuro judicial si Torres, que de momento se ha negado a declarar, decide tirar de la manta y aporta pruebas irrefutables que demuestren la presunta responsabilidad del duque de Palma. Por otro lado, supone un reconocimiento de que utilizó su posición de privilegio como miembro de la familia real para sus negocios. No cabe ninguna duda de que nadie se atrevía a decir no al yerno del rey, pese a que eso supusiera abonar sumas considerables por informes de muy pobre contenido o asesoramientos dudosos. Aunque este comportamiento no sea constitutivo de delito sí es éticamente reprobable.

Como era de esperar, desvinculó a su mujer y señaló que jugaba un papel meramente testimonial en la sociedad patrimonial Aizoon, que compartían ambos al 50 %. Y disipó cualquier duda sobre el papel del rey, que le pidió en el 2006 que dejara sus polémicos negocios con Torres. Aunque se vio obligado a reconocer que los siguió haciendo pese a la advertencia.

Pero mientras Urdangarin mantenía el tipo como un buen opositor que se había aprendido la lección, las investigaciones seguían acumulando devastadores indicios de delito, como la aparición de facturas falsas por valor de más de 700.000 euros o la existencia de una segunda supuesta trama para la evasión fiscal. El círculo se seguía estrechando sobre el duque. Torres tiene la palabra.