Noos, la máquina de hacer dinero

La Voz

ESPAÑA

18 ene 2012 . Actualizado a las 20:01 h.

En 1999 no era nada. La Asociación Instituto Noos de Investigación Aplicada creada entonces por Diego Torres con un patrimonio de apenas 100.000 pesetas ni siquiera había terminado de nacer. En los cuatro primeros años de vida, la fundación ideada por el profesor de Esade no llegó a facturar ni un solo euro. El proyecto estaba a punto de morir antes de ver la luz. No había negocio para un docente recién llegado y de nombre desconocido que capitaneaba una entidad sin aparente ánimo de lucro que aspiraba a convertirse en «punto de encuentro» de los profesionales del márketing y que declaraba tener como objetivo hacer estudios para convertir a las empresas en más competitivas.

Todo cambió en el 2003, cuando un compañero de estudios llamado Iñaki Urdangarin se unió a Noos. Torres ni siquiera dudó en cederle la presidencia de su mortecina fundación en noviembre del 2004. Eran, dicen, el tándem perfecto. Diego Torres ponía el ingenio y la voz, y el duque, la cara y los contactos. Al dúo se unió el cuñado de Torres, Miguel Tejeiro, como asesor financiero. Y el dinero comenzó a fluir en el instituto y en sus empresas satélites: tres millones de Valencia, 2,5 de Baleares.

16 millones en nueve años

De cero euros a 16 millones en nueve años. Más de 6,4 millones vinieron de entidades públicas, y el resto, de una lista interminable de empresas. El sistema era siempre el mismo. Utilizar a Iñaki Urdangarin como ariete hasta conseguir un encargo. En realidad, cualquier encargo. Luego, cobrar esos trabajos a «precios totalmente desproporcionados», en palabras del juez José Castro. Unos estudios que, a veces, eran solo pasables, las más mediocres y otras, directamente, refritos de otras publicaciones, incluso sacados de Internet. Eso sí, reconocen directivos de muchas de las firmas que trabajaron con Noos, nadie se atrevía siquiera a discutir las tarifas fuera de mercado de la oenegé. Nadie se atrevía a enemistarse con el duque de Palma, aunque muchos, en voz baja, se quejaban de la escasa utilidad de esos informes tan teóricos y, sobre todo, de lo caro, lo muy caro que resultaban.