El techo de Mariano Rajoy

ESPAÑA

Tres ex ministros de Aznar critican la forma de hacer oposición del líder del PP, que no logra noquear a un Zapatero en caída libre

28 feb 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

¿Cuánta ventaja debería sacar el principal partido de la oposición al que gobierna el único país del G-20 que sigue en recesión, ostenta el récord de paro con más de cuatro millones de desempleados, al que se compara con Grecia y cuya solvencia está en cuestión? El último barómetro del CIS daba al PP 3,8 puntos de ventaja sobre el PSOE. Pero lo más preocupante para Mariano Rajoy es que su partido caía un punto respecto a octubre y su propia valoración también, hasta una lamentable nota de 3,50, mientras Zapatero aún lo superaba, con 3,98. Además, el líder popular provoca desconfianza a tres de cada cuatro encuestados, incluso más que un presidente del Gobierno en caída libre, y solo el 27,6% creen que lo haría mejor que este. De hecho, su gestión es considerada buena por un paupérrimo 10%.

Entonces, ¿el problema es Rajoy? Tres ex ministros de Aznar no han dudado en criticar recientemente las deficiencias de su liderazgo. La ex titular de Asuntos Exteriores Ana Palacio lo acusó de mantener un «perfil bajísimo», «esperar a que el presidente del Gobierno explique lo que hay que hacer para tomar postura» y, en definitiva, ser «excesivamente prudente».

Jaime Mayor Oreja aseguró que el PP «tiene que estar pensando sobre todo en algo más que en sustituir al Gobierno o a unas siglas; hace falta el coraje de adoptar un proyecto de gran envergadura, se necesitan agentes dispuestos a que esa decadencia no degenere en nada más». El ex ministro de Interior y europarlamentario exhortó a Rajoy a liderar «un proyecto regenerador muy profundo».

El que fue ministro de Industria, Exteriores y Ciencia, Josep Pique, advirtió que su manera de ejercer la oposición «puede ser interpretada por algunos como inacción». Además, señaló que la mayoría de la población percibe una «disminución drástica de la calidad del debate».

Oponerse a todo

Un cuarto ex ministro, Jesús Posada, ex titular de Administraciones Públicas y Agricultura, intervino en una de la últimas ejecutivas para alertar a sus compañeros de que está calando la impresión de que el PP no tiene alternativa.

Estas opiniones no son aisladas sino compartidas en privado por muchos en el partido, si se exceptúa al núcleo duro marianista. Oponerse a todo por sistema, esperar a que Zapatero se consuma en su propia salsa, no presentar o, al menos, no saber hacer llegar a la opinión pública un programa económico alternativo serio puede valer la Moncloa por descarte y sin generar ilusión, siempre que la situación no cambie. Pero aún quedan dos años para las elecciones y si llega la recuperación Rajoy podría perder su tercera y última oportunidad.

En la ejecutiva de esta misma semana, Luisa Fernanda Rudi, ex presidenta del Congreso y líder del partido en Aragón, intervino para pedirle que explique muy bien por qué se niega a pactar. Expresaba la preocupación que existe en el seno del partido de que frases hechas, puestas en circulación por el Gobierno, como que el PP no arrima el hombro, no rema en la misma dirección, no tira del carro y se aprovecha de la crisis para llegar al poder hagan mella.

Pero lo más grave fue el nuevo desafío en el mismo foro de su gran adversaria, Esperanza Aguirre, que avaló la demanda del presidente riojano, Pedro Sanz, de un Gobierno de concentración con los socialistas y puso incluso nombre y apellidos a las carteras que reclama: Cristóbal Montoro en Economía y Javier Arenas en Trabajo. Rajoy calificó de «comentario irónico» esta iniciativa, pero Aguirre lo volvió a dejar en evidencia al certificar que estaba hablando completamente en serio.

Las deficiencias del líder del PP ya habían vuelto a quedar de manifiesto en el último debate sobre la crisis, en el que no logró rematar a un moribundo Zapatero. Con todo a favor, cometió un error de principiante al pedir a los propios socialistas que se rebelen contra Zapatero. No solo consiguió que este lo ridiculizara recordándole que había perdido ya dos elecciones, sino que desvió la atención de lo fundamental: la mala gestión gubernamental.