Media España, en vilo por Rajoy

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

El presidente del PP ha manejado con maestría los tiempos para proteger a los portavoces parlamentarios que mañana nombrará la directiva del partido

30 mar 2008 . Actualizado a las 03:00 h.

Si esto sigue así, Mariano Rajoy se convertirá en un acreditado guionista de películas de suspense, acaso con más éxito, incluso, que en la política. Nunca se sabe dónde está el Oscar. Primero fue su genial actuación para anunciar despistando a todos su continuidad en la presidencia del PP y que comenzó con un «adiós» a las masas de la calle Génova y concluyó ante la junta directiva nacional, sin respiración, ante su antológico discurso. «No habíamos visto cosa igual, porque anunció su continuidad en la última frase, después de animar a otros a que se presentaran», señala un marianista de aquel cónclave.

Después se fue de merecidas vacaciones a la Riviera Maya y a la vuelta ha guardado sepulcral silencio durante otra semana, que concluirá mañana, cuando abrirá públicamente los sobres lacrados en su mente con los nombres de los portavoces populares en el Congreso y el Senado. Serán los dos primeros síntomas de la renovación. O no.

Durante la semana que hoy termina, el periodismo afecto ha sido sido inmisericorde con Rajoy. Que si «no decide», que si «no se moja», que si «le cuesta poner el huevo», etcétera, cuando la explicación es más sencilla. Él la tomó en su momento, reunido consigo mismo, pero estima que debe comunicarlo a la directiva en primicia en vez de que se enteren por ahí. Puede gustar o no, pero parece impecable. «Los periodistas sois insaciables -lo defendía García Escudero- porque queréis la confirmación de los hechos incluso antes de que se produzcan».

El Gobierno debe esperar

Rajoy ha jugado las cartas con astucia porque se habla más de su continuidad que de la victoria de Zapatero, mediáticamente amortizada en dos días. Y tiene más interés el nombre de sus portavoces parlamentarios que el de algunos ministros, una vez despejadas las incógnitas principales: los vicepresidentes, la portavocía de Alonso y el dato de que José Blanco no será ministro en la primera mitad de la legislatura, dato descorazonador para el noroeste español. Para Galicia, Asturias, León y vecinos, una pareja de gobierno con Zapatero presidente y Blanco en Fomento podía ser la reedición del dúo González-Guerra que acabó con la lacra histórica de la España del sur atrasada y sin infraestructuras. Pero en dos años, tras la cumbre europea, Blanco estará en el Gobierno después de reparar las fugas de votos de Madrid, Valencia y Murcia. Es lo que tiene ser el fontanero de confianza.

A la espera de la fumata blanca marianista, se ha reconstruido el proceso de decisión del líder popular desde su «adiós» del balcón, domingo por la noche, pasando por el lunes de desaparición y el martes tarde de resurrección. «Salió de Génova en silencio por la mañana del martes, 11 de marzo, en dirección al homenaje a las víctimas de Atocha y solo le dijo a un amigo: "Que duro es esto para uno mismo y para tu familia"». Todo hacía presagiar que se iba, pero se quedó. La razón la sitúa todo el mundo en la percepción de que la balcanización del PP estaba servida. «Se le hizo saber que Andalucía, Valencia, Murcia, Galicia y otros bastiones plantarían cara a Esperanza Aguirre, que arrasa en el partido en Madrid pero tiene problemas serios fuera».

Los que serán nombrados no lo sabían ni ellos mismos el viernes, según Rajoy, pero parece que fueron advertidos ayer para facilitar un cónclave familiar y para hacer la maleta un poco más completa para toda la semana. Le han criticado a Rajoy por ese exiguo tiempo de advertencia a los galardonados pero léase también como una forma de protegerlos. De haberse sabido una semana antes hubieran llegado despellejados a su toma de posesión. En varios medios se oía a los afiladores de armas, indignados además, porque no sabían a quién clavarlas.

Esa es la técnica que empleó el PSOE con Alonso y con Carmela Silva. El ministro de Defensa se resistió hasta el final, pero Zapatero acabó convenciéndolo, como siempre desde la Facultad de Derecho. A la senadora gallega le pilló la noticia en un campo de fútbol en Barcelona siguiendo a su hijo Iago Falqué, que va camino de ser compañero de Bojan. Le dieron unas horas para aterrizar por Madrid sin tiempo a pasar por Vigo para hacer la maleta de semana completa. Entretanto, algunos nacionalistas hacen ejercicios acrobáticos para terminar facilitando la investidura de Zapatero. No hacerlo será quedar fuera de juego toda la legislatura.