Inmerso en la promoción de la última película de Guillermo del Toro, El laberinto del fauno, Piti Alonso considera que su trabajo es «delicado» porque ahora los medios están demasiado interesados en la vida privada de los actores. -¿Cómo lleva ese cambio por parte de los medios? -Para nosotros es delicado, porque estamos en medio, y si en una entrevista algún periodista se mete donde no debe yo cargo con la culpa. No soy partidario de poner límites a las preguntas de una entrevista. Creo que los límites se los tiene que poner cada uno. -¿Y se los ponen? -A veces no. Se está perdiendo la frontera. Interesa mucho la vida profesional de un actor y muy poco la profesional. Por eso nosotros, cuando estamos de promoción con una película, tenemos mucho cuidado con a quien concedemos las entrevistas, porque hay medios que sólo van a intentar sacar la parte negativa del personaje. Intentan que se cabree y lo consiguen. -¿Tiene preferidos? -Álex de la Iglesia es un amigo muy querido, también Jordi Moyá, Paz Vega, Eduardo Noriega, María Estévez... Hay gente que me cae bien y otra que no tanto. -Volviendo al principio, ¿fue difícil adaptarse a Madrid? -Uf, sí. Me pareció una ciudad muy agresiva y con muy poco respeto por las personas. Además es muy incómoda, tanto para el peatón como para ir en coche, por no hablar de las obras y del exceso de ruido. -Pero ya se ha acostumbrado... -Venir fue bastante traumático. De vivir en Foz, con casita al lado del mar, venirte a una ciudad a estudiar con beca, con cuatro pesetas, viviendo en una habitación espantosa... Me quería marchar a toda costa, pero luego le fui cogiendo el tranquillo. -¿Volvería a Galicia? -Para vivir elegiría Santiago de Compostela, Nueva York y Barcelona. Me encantaría volver a Galicia.