El mitin agoniza camino del 20D

Serafín Lorenzo SANTIAGO

ELECCIONES 2016

Marcos Míguez

Los indecisos espolean a los candidatos y la calle gana protagonismo en una campaña que se decide en los platós

08 dic 2015 . Actualizado a las 15:56 h.

Benditos indecisos

Son el MacGuffin de cualquier campaña electoral. Los que hacen que este circo fluya. Dan sentido a los malabares de líderes y candidatos por atraer su atención. Y también a esos titulares con que los periodistas intentamos sostener la intriga durante 15 días de promesas y fanfarrias. Se trata de los indecisos. Los que sustentan esa incógnita que desactiva al instante el más audaz de los sondeos. Es ese factor de incertidumbre que, generalmente, se mide entre el 30 y el 40 % del electorado. Aunque el término se presta a confusión. Los que realmente ignoran el sentido de su voto son minoría respecto a los que lo ocultan, a los que ni se han planteado todavía si visitarán o no su colegio electoral, y, por supuesto, a los que pasan. Porque, al final, la cuota de indecisos se asemeja sobre todo a la de la abstención. La clave está en la distribución del 60 % restante. Y ese suspense se dispara en unos comicios tan abiertos. Tal vez, los más de desenlace más incierto desde la Transición.

Los votos que el mitin no da

En toda esa gente piensan los políticos que estos días deambulan buscando una mano que apretar y una cámara a la que sonreír. Puede que ese juego de la proximidad impostada les dé algún rédito. Pero difícilmente el mitin les reportará beneficios. La continuidad de ese formato, en el que el líder de turno improvisa destrezas propias de vendedor de crecepelo del lejano oeste, es digna de estudio. Una regresión de dos siglos en plena era del smartphone, nada menos. Los mítines facilitan titulares y solucionan cortes de televisión y radio, pero no dan votos. Esa gente que invierte su tiempo en un acto electoral es de la casa. Vitorearían al candidato aunque leyera el prospecto de un jarabe para la tos. ¿Vieron a Rajoy declamando aupado en aquel banco en Benavente? ¿Entendieron el fallido retruécano a cuenta de la elección del alcalde? ¿Hubo o no hubo aplausos? Pues eso.

Políticos en pantalla

Definitivamente, el mitin agoniza. Por algo Feijoo los ha reducido a la mitad en esta campaña para primar el contacto con la gente. Más besos a las placeras y menos prometo aunque no sé si puedo. Pero, por encima de todo, más platós. Unos minutos de televisión dan mucho juego. Aunque hay que saber leer el target del programa. Ahí tienen a Pedro Sánchez. Con María Teresa Campos, deslizó el compromiso de subir las pensiones mínimas. En cambio, a Bertín le confesó ligues de juventud. Cada cosa en su sitio y a su tiempo. El candidato socialista, que acaba de dar en A Coruña su mitin gallego de la campaña, compartió ayer un entretenido debate televisivo con Sáenz de Santamaría, Rivera e Iglesias. Aunque el resultado no cumplió ni de lejos con el prematuro cartel de «decisivo» que le colocaron sus organizadores, como producto televisivo funcionó estupendamente. La televisión le ha ganado por la mano al mitin. Y está bien, pero hay que diferenciar formatos. Es lo que ha hecho Rajoy al inclinarse por el más amable. El masaje y futbolín de Bertín no le dará votos, pero tampoco se los quita. Porque eso no es política, sino entretenimiento. La política requiere interlocución, preguntas pertinentes. Y cuidado con el bumerán catódico. Que no se ofendan los que buscan su cámara para bailar, tocar la guitarra o dar vueltas de campana en un coche de rali si después la tele sale al ruedo político. Nada hay de malo en aceptar llegar a un debate como quien entra en la casa de Guadalix de la Sierra. Es el lenguaje televisivo. Pero en ese juego otras Lomanas saltarán de la pantalla al otro lado.