Los acuerdos poselectorales ahondan la separación entre Rajoy y Sánchez
ELECCIONES 2016
El líder socialista reitera al presidente su intención de pactar con Podemos
04 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.No hay ni la más mínima posibilidad de acercamiento entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy. Al contrario. El presidente del Gobierno convocó ayer al líder de la oposición en la Moncloa con la intención de hablar oficialmente de algo tan vasto como la «situación política en general». Si el encuentro fue agrio o cordial es algo que ninguna de las dos partes relató -porque como el resto de encuentros mantenidos por los principales dirigentes políticos del país tras los comicios del 24 de mayo, la entrevista estuvo rodeada de un absoluto secretismo-, pero lo cierto es que, unas horas después, el Ejecutivo se empleó a fondo para airear su malestar con el secretario general del PSOE.
A tenor de sus declaraciones más recientes y de los reproches lanzados por la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, que fue la única que dio pistas sobre el contenido de la conversación, Rajoy pretendía convencer a Sánchez de que España necesita estabilidad institucional para no poner en jaque la recuperación económica y de que los acuerdos en minoría que pretende formar el PSOE gracias al apoyo de Podemos en media docena de comunidades autónomas no contribuirán precisamente a ese fin. Pero no tuvo ningún éxito. «Estoy viendo determinadas posiciones del partido socialista que me preocupan -adujo la número dos del Gobierno-; estos gobiernos temporales, o de reparto temporal, son algo inédito en nuestra democracia».
Los populares, y no pocos socialistas, están convencidos de que las mayorías que se logren gracias a las conversaciones entre distintas fuerzas progresistas para desbancarlos del poder serán muy efímeras porque en principio todo se reduce a acuerdos de investidura, pero no de gobernabilidad. Y esa era una baza para presionar a Sánchez, aunque no sirvió de nada.
Mayorías efímeras
El principal partido de la oposición defiende que las urnas han castigado claramente las políticas del PP y que los ciudadanos han abogado por un giro a la izquierda que su jefe de filas pretende liderar. En su opinión, el PSOE existe, se alimenta y tiene sentido para los ciudadanos porque hoy por hoy es la única alternativa al PP. Y por peligrosos que puedan ser los pactos con Podemos, que compite con ellos por la hegemonía de la izquierda, abrazarse a los populares los acabaría convirtiendo, «ahí sí que sí», dicen, en el maltrecho Pasok griego. Aun así, Sánchez insistió ayer en su discurso de que las alianzas con Pablo Iglesias no serán a cualquier precio.
La advertencia llegó en una rueda de prensa muy estudiada que no gustó nada en el Gobierno. Conforme a la estrategia diseñada en su partido para conseguir que se le visualice como el líder útil de la izquierda, Sánchez se presentó ante los periodistas y las cámaras, algo que no quiso hacer el 25 de mayo, con una hoja de ruta completa para Mariano Rajoy; un giro de 180 grados a su política económica y social que, dijo, es lo que dictaminaron los ciudadanos el 24M. Nadie sabía entonces que el presidente del Gobierno lo esperaba unos minutos después con la mesa puesta. Ni siquiera se lo había dicho a los miembros de la dirección del partido con los que había discutido el documento unos minutos antes (sí que se verían pero no cuándo). Algunos socialistas admiten que el gesto quizá no fue demasiado cortés en términos institucionales, pero le quitan hierro. Sin embargo, en el Ejecutivo saltaron chispas. Sáenz de Santamaría se limitó a replicar que no cambiarán las políticas «que están logrando que España poco a poco se vaya recuperando por las políticas socialistas que hace unos años hicieron que en España no se creciera, se destruyera empleo y hubiera que recortar las prestaciones sociales» y alegó que ahora debería ser tiempo «para que los dos grandes partidos trabajen en políticas de recuperación».
El secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, fue más allá y calificó la actuación de Sánchez de «sinvergonzonería». Y añadió aún más: «Tendrían que pasar cientos de años para que Pedro Sánchez pueda dar lecciones a Mariano Rajoy».