«Los alumnos aprenden a cuestionarlo todo y a tener respeto hacia el otro»

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

EDUCACIÓN

A la izquierda, Alba Formoso, coordinadora del torneo de debate, y a la derecha Carmen Arias, directora de la Fundación Barrié
A la izquierda, Alba Formoso, coordinadora del torneo de debate, y a la derecha Carmen Arias, directora de la Fundación Barrié MARCOS MÍGUEZ

Carmen Arias, directora de la Fundación Barrié, y Alba Formoso, coordinadora del torneo de debate escolar analizan el encuentro de oratoria que llega hoy a su tercera final

05 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La Fundación Barrié celebra hoy la final de su tercer Torneo de Debate Académico de Galicia, que está coordinado por Alba Formoso pero en el que se involucra también la directora de la fundación, Carmen Arias. El certamen enfrenta a equipos escolares de toda Galicia, a los que les proponen un tema que estudian y preparan; hasta que llegan al encuentro, no saben cuál de las dos posiciones encontradas deberán defender. Este año el asunto es complejo y actual: «¿Deben los países miembros de la Unión Europea limitar las libertades fundamentales para salvaguardar el bienestar colectivo?». Carmen Arias y Alba Formoso responden en una entrevista telemática a las preguntas sobre el torneo, el aprendizaje y los alumnos.

—¿Por qué la Barrié apuesta por el debate como una habilidad a potenciar entre los jóvenes?

Carmen Arias. Tiene que ver con la filosofía de nuestro fundador, Pedro Barrié de la Maza, de adaptarse a las necesidades que la sociedad nos impone. En su momento él impulsó la creación de la Escuela de Arquitectura en A Coruña y la de Ingenieros Industriales en Vigo porque Galicia necesitaba infraestructura educativa. Hemos evolucionado mucho y hoy en día el conocimiento es necesario, pero no suficiente. Hace falta dominar la argumentación, la gestión del tiempo o el trabajo en equipo.

«Los gallegos escuchamos, no somos invasores, y eso juega a nuestro favor»

—¿Sabemos debatir los gallegos? ¿Nos ayudan el «sentidiño» y la retranca?

Alba Formoso. Sí que sabemos, y sí, creo que nos ayudan. La retranca tiene mucho del sentido del humor, y eso ayuda. Nosotros escuchamos, no somos invasores, y eso juega a nuestro favor.

—Un buen orador, ¿nace o se hace?

A. F. Algunos «nacen» y otros creo que se «hacen». Sin conocer las herramientas, alguno no se atreve a contrarrestar, contraatacar... Pero los que llevan dos o tres años participando los veces que tienen un dominio enorme. Además, se pasan el año preparando el debate.

«La defensa de una postura es muy compleja para alumnos de 15 años y se desenvuelven de maravilla»

—En estos tres años, qué conclusiones se pueden sacar del torneo de debate sobre los adolescentes?

C. A. Nos ha impresionado su enorme capacidad de trabajo. La defensa de una postura es muy compleja para alumnos de 14, 15, 16 años y se desenvuelven de maravilla. Este año no será así, pero lo hacen delante de 200, 300 personas. No sé yo si a su edad me expuse a cientos de personas.

—¿Quién lo hace mejor, quien convence, quien dice las mejores frases o quien responde a todo?

A. F. Creo que el buen comunicador tiene un equilibrio entre razón y emoción. Para ganar un debate hay que tener conocimientos, pero también cautivar. Además, debe saber escuchar, comprender lo que quiere decir la otra persona para poder contestar, no se trata de responder lo que tienes preparado sin más. Y hay que sintetizar todos los datos, los dos o tres meses de trabajo en tres minutos.

—¿Algún estudiante les impresionó especialmente?

C. A. El año pasado, escuché a un estudiante que me dejó impresionada. No sé si será político o qué en el futuro pero es imposible que no llegue lejos con la confianza que transmite. Me hizo gracia que al final del torneo fuese elegido el mejor orador, y pensé que igual que me había impresionado a mí lo había hecho al resto del jurado.

A. F. En cada debate veo algo que me sorprende. Por ejemplo, cuando los alumnos dan un dato, un argumento o se hacen una pregunta y pienso «esto yo nunca me lo había planteado», para mí es lo mejor del torneo. Y en actuaciones concretas, este año cuando quedaban diez segundos para terminar, una alumna cogió una guitarra y se puso a cantar Grândola, vila morena, que me dejó impactada porque su equipo había empezado su participación con una referencia a la Revolución de los Claveles; fue tan impactante que el equipo contrario se levantó y la aplaudió.

«Aprenden a ejercitar el pensamiento crítico, que es fundamental»

—¿Qué aprendizaje supone este tipo de concurso para la vida de los jóvenes, más allá de la profesión que vayan a ejercer?

C. A. Queremos transmitir que un debate no se pierde, se gana o con él se aprende. Como mínimo, aprenden la importancia del trabajo en equipo, porque uno solo no gana, el éxito es colectivo; aprenden a ejercitar el pensamiento crítico, que es fundamental, porque como tienen que preparar las dos posturas del debate, aprenden a cuestionarlo todo, a uno mismo, y además se les inculca el respeto y la tolerancia a las otras ideas; la argumentación, claro, si no sabes expresar lo que deseas, no llegas a los demás. Y también diría que aprenden a contestar la réplica, porque la vida siempre está llena de réplicas. Es decir, abandonan el plano emocional en su vida por uno más racional, en el que es la idea lo que cuenta.

«Este año hubo complicaciones, pero no tantas como habíamos temido»

—¿Cómo ha afectado la pandemia al concurso?

—C. A. Al principio teníamos miedo, pensábamos que no podría salir bien, que habría muchos problemas técnicos. Tenemos todos claro que la educación presencial es un valor indiscutible, pero nos hemos visto lanzados a un mundo digital, la pandemia lo ha acelerado todo. Este cambio prepara a los alumnos para la nueva realidad, donde lo virtual tiene tanto peso. Pienso que no hay mal que por bien no venga y la verdad es que hubo complicaciones, pero no tantas como habíamos pensado.

A. F. Los jóvenes se adaptan al cambio de una forma maravillosa, son tan flexibles... No solo aceptan todo, sino que dan lo mejor de sí, con alma, vida y corazón: prepararon las mejores salas de los colegios, probaron a colocar los ordenadores en diferentes sitios a ver qué quedaba mejor... Cuando hay voluntad y ganas todo parece más fácil.

—La final será telemática, no puede ser presencial.

—A. F. Hemos pedido a los equipos que para minimizar riesgos técnicos se junten en cada colegio, aunque hay algunos que están confinados y esos tendrán que participar desde casa, claro.

—¿Es un problema el uso de mascarilla para debatir? ¿Lo hacen con esa protección?

—A. F. La práctica totalidad usa mascarilla. En algunos centros, pocos, no, porque ponen al orador delante y a diez, veinte metros detrás al resto del equipo, pero en general sí usan mascarilla. Claro que es más difícil, pero también les enseñamos a proyectar la voz y ser más expresivos.

—¿Se puede cambiar de opinión sobre un tema tras algún debate?

—C. A. Te expones a puntos de vista que te enriquecen y a mí, viendo algún debate, me han convencido. Otra cosa es en el plano emocional, si el asunto tiene un componente emocional, es más difícil que se cambie de opinión.

—A. F. En estos debates creo que sí, porque también tratan asuntos sobre los que no hemos reflexionado en profundidad y presentan datos, informes, leyes, opiniones... que si no estás convencido al 100% de una cosa, si puedes cambiar.

«Si algo nos enseñan los 55 años de la Barrié es a tener perspectiva del tiempo, y la humanidad avanza siempre»

—Para finalizar, ¿qué precio (educativo) pagaremos con la pandemia?

C.A. Me cuesta ser optimista durante una crisis, pero si algo nos han enseñado los 55 años de la Fundación Barrié es a tener perspectiva del tiempo. La humanidad avanza siempre, aunque es difícil verlo cuando tienes problemas. Pero creo que a largo plazo esta crisis permitirá a los jóvenes estar más preparados para todos los retos a los que se van a enfrentar. Y quiero resaltar el esfuerzo enorme que están haciendo los profesores y los alumnos por superar las dificultades. Nos hemos dado cuenta de que la educación no puede dejar de ser presencial, pero también que hay que prepararse mejor para el futuro, con más robótica, más programación y más habilidades sociales.