Portugal arriesga su poder competitivo con la escalada del salario mínimo

Manoli Sío Dopeso
M. Sío Dopeso VIGO / LA VOZ

ECONOMÍA

Antonio Costa, Portugal
Antonio Costa, Portugal MANUEL DE ALMEIDA

Eleva el sueldo mensual a 750 euros en el 2023, el doble que hace diez años

10 nov 2021 . Actualizado a las 16:13 h.

Portugal busca converger en salarios con sus vecinos europeos, y está dispuesta a hacerlo a costa de su gran baza competitiva. No es casualidad que en los últimos diez años los lusos se hayan convertido en uno de los principales países captadores de inversión extranjera directa, y que el eje Viana-Porto-Lisboa sea base de localización de potentes multinacionales  (de Embraer a Siemens o Bosch pasando por la más reciente de Repsol en Sines, valorada en 657 millones).

El menor coste salarial es, junto a una fiscalidad ventajosa, la disponibilidad de suelo y la agilidad burocrática, un importante aliciente que ha llevado a una veintena de proveedores de componentes de automoción que trabajan para la planta gallega de Stellantis a implantarse en el norte luso. Pero el Gobierno portugués que preside el socialista Antonio Costas, presionado por los agentes sociales, se ha propuesto intensificar el ritmo de escalada del salario mínimo interprofesional luso, que emprendió un mayor ritmo ascendente desde su llegada al Ejecutivo en noviembre del 2015.

Señal al sector privado

Así lo contempla el proyecto de presupuestos generales presentado esta semana, en el que avanza una nueva subida del salario mínimo en línea con el incremento del pasado año, lo que situaría la nómina que perciben 1,2 millones de portugueses (de un total de 4 millones de asalariados) en 695 euros, 30 euros más que en el 2021; y avanza la previsión de nuevos incrementos para el siguiente ejercicio.

«En el 2022, el salario mínimo nacional debe continuar la trayectoria de apreciación significativa de los últimos cinco años, manteniendo el compromiso de llegar a los 750 euros en el 2023», afirma el documento presupuestario que el ejecutivo portugués entregó esta semana a la Asamblea de la República.

Se trata de revalorizar los salarios más bajos, según explicó el ministro de Estado y Finanzas, João Leão, que además defendió la medida como la mejor forma de «dar una señal al sector privado, para que aumente no solo el salario mínimo, sino el resto de los salarios», manifestó.

Es el momento de hacerlo, porque según las cuentas del Gobierno de Costa, la economía portuguesa habrá crecido un 4,8 % al cierre del 2021 en curso, y un 5,5 % en el 2022.

De consolidarse este incremento, en el 2023 el salario mínimo interprofesional en Portugal se habrá incrementado un 54,6 % en relación al año 2011, cuando en plena crisis económica el país fue intervenido por la troika (BCE, FMI y CE) para llevar a cabo su rescate, por una suma de 78.000 millones de euros que el país luso acabó de saldar en el 2018. Pero, a pesar de la revalorización, lo cierto es que los sueldos mínimos en Portugal distan todavía mucho de converger con la media europea y también con España. De hecho, en el 2023 las nóminas portuguesas se pondrán al nivel del SMI que se pagaba en España en el año 2016.

Pleno empleo

La diferencia salarial sigue siendo grande, lo que lleva a Francisco Carballo-Cruz, economista doctor por The University of Oxford, a considerar que Portugal va a seguir siendo un país atractivo para la inversión. Explica que la mejora de los sueldos tendrá un impacto relativo. «Afectará a aquellas empresas que están más sujetas a la competitividad internacional, en especial a la industria del textil y el calzado. En otros sectores, como el tecnológico, no tanto, porque el peso de la mano de obra en los costes salariales es relativamente bajo», asegura. En el caso de la hostelería o la construcción, el economista opina que el sobrecoste salarial se podrá compensar con un ligero incremento de precios.

Carballo-Cruz hace, en su análisis, una reflexión sobre la equiparación del salario mínimo al sueldo medio que cobran los portugueses. «El salario mínimo en Portugal está muy próximo al salario medio del país y, por otra parte, con nóminas tan bajas y prestaciones sociales cada vez más altas, lo que se está consiguiendo es desincentivar a la gente para trabajar», afirma.

El economista llama la atención sobre el panorama laboral portugués caracterizado prácticamente por el pleno empleo. «Portugal tiene una tasa de desempleo del 6 % y falta mucha mano de obra en hostelería, industria, y personal cualificado», afirma.

Rebajas fiscales para familias y residentes extranjeros

Los presupuestos generales presentados esta semana por el Gobierno portugués incluyen una rebaja fiscal del IRS (el IRPF español) para las rentas medias que, según cálculos del Ejecutivo luso, favorecerá a 1,4 millones de contribuyentes, que son los que se encuentran en los tramos de ganancias comprendidos entre los 10.000 y los 48.000 euros anuales. Con esta reforma, y según las cuentas de Antón Costa, las familias recuperarán hasta un 1,3 % de sus ingresos. Esta medida, sumada a otras ya en vigor, contribuye a la imagen de relajación fiscal que acompaña al Ejecutivo luso y que está favoreciendo la llegada de residentes de otros países, también de España. Por ejemplo: Portugal no tiene impuesto sobre el patrimonio ni sobre sucesiones y donaciones entre padres e hijos. Por otra parte, desde el año 2009 existe en el ordenamiento jurídico luso un régimen especial para los contribuyentes recién llegados al país, denominado «residentes no habituales». Aquellas personas acogidas a este régimen especial tienen un doble beneficio: por un lado, no tienen que pagar por lo generado en el extranjero (en el caso de España); por otro, cuentan con un tipo fijo de gravamen del 20 % para la mayor parte de sus rentas del trabajo generadas desde Portugal.

Además, las pensiones de jubilación de origen extranjero o bien tributan a un tipo muy bajo o están exentas. Por otro lado, el país cuenta con ventajas en materia de criptomonedas. La Autoridad Tributaria portuguesa afirmó que los ingresos generados por la compraventa de monedas virtuales (por ejemplo, el bitcoin) solo tributan en Portugal si estas operaciones se realizan de forma habitual y, por lo tanto, constituyen una actividad profesional o empresarial por parte del contribuyente.