La Xunta rechaza 47 parques eólicos y da el visto bueno a otros 32

f. fernández REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

PACO RODRÍGUEZ

Rechaza medio centenar de proyectos fuera de ordenación tramitados por el ministerio, pero tiende la alfombra roja a una treintena que considera iniciativas prioritarias

24 ago 2021 . Actualizado a las 15:19 h.

El 2021 será un ejercicio de transición para el sector eólico gallego, durante el que se podrán contar con los dedos de una mano los parques nuevos que entrarán en operación. «Este año va a ser ridículo», confirma el presidente de la Asociación Eólica de Galicia (EGA), José Manuel Pazo, quien explica que la maduración de los proyectos lleva su tiempo. Por eso espera que el ritmo de aperturas se dinamice a partir del 2022 y se puedan alcanzar cifras similares a las del histórico 2019, cuando se incorporaron algo más de 400 megavatios de potencia instalada.

Para ello, las empresas están tramitando en Galicia centenares de proyectos (unos 200) que deben pasar, o no, el filtro de la Xunta. También deben obtener su plácet aquellos parques que se están tramitando a través del Ministerio para la Transición Ecológica, ante el que se deben presentar aquellos que superen los 50 megavatios de potencia instalada. Los que no alcancen esa cifra deben registrarse ante la Consellería de Economía.

Pero está ocurriendo que todos los que llegan a Santiago procedentes de Madrid están siendo informados desfavorablemente por la Xunta. Así lo ha hecho ya con 47 parques, según datos facilitados por la Administración autonómica. Suman 3.489 megavatios, casi tantos como los que están en operación en la comunidad en la actualidad. Los rechaza porque están fuera de las áreas de desarrollo incluidas en el plan sectorial eólico de Galicia y, por tanto, fuera de ordenación. Desde la consellería indican que también hay casos en que los parques tramitados vía ministerio se solapan con otros presentados en la Xunta o que están ubicados en espacios incluidos en la Red Natura.

La patronal aboga por una coordinación entre las distintas Administraciones para evitar cierta sensación de caos en el sector. 

Los proyectos más polémicos

Muchos de esos 47 parques que no han pasado el filtro urbanístico del Gobierno gallego son también algunos de los que más polvareda social y medioambiental han levantado en los concellos. Como el Berdoias, de Iberdrola, entre Vimianzo y Muxía, próximo a unos petroglifos, rechazado porque 16 de los 17 aerogeneradores estaban fuera del plan sectorial.

La Xunta insiste en que no permitirá parques fuera de ordenación. Aunque admite que hará excepciones con los proyectos industriales estratégicos, aquellos «que teñan clara incidencia territorial pola súa entidade económica e social e posúan unha función vertebradora no territorio». Un ejemplo sería la iniciativa promovida por Inditex en el puerto exterior de A Coruña, y que podría quedar incluida en esas excepciones porque el parque eólico sería para suministrar electricidad a la sede central de la multinacional, en Arteixo, cerca del puerto exterior herculino. Los proyectos vinculados al autoconsumo industrial serán tratados con especial mimo en su tramitación autonómica. Así lo recoge la Lei de simplificación administrativa e de apoio á reactivación económica, en vigor desde febrero pasado. La Xunta trata con ella de acelerar los plazos para la tramitación de proyectos eólicos (para que sea un año como máximo), dar un tratamiento especial a aquellos parques vinculados al autoconsumo industrial y también a las que denomina iniciativas empresariales prioritarias. Aquellas que requieran una inversión mínima de un millón de euros y proporcionen empleo directo a 25 personas; o que impliquen un gasto superior a 20 millones de euros, pero cuenten con permiso de acceso y conexión y dispongan de infraestructuras de evacuación autorizadas.

Según datos de la consellería, el Consello de la Xunta autorizó en los últimos meses 32 parques eólicos, que tendrán prioridad en la tramitación. José Manuel Pazo aclara que la mayor parte de ellos serán proyectos rescatados del concurso eólico del 2010. Otros diez recibieron informes desfavorables para ser declaradas iniciativas empresariales prioritarias y ya no llegaron ni a ser despachados por el Consello.

Un aluvión de proyectos

La aprobación de la Lei de simplificación administrativa e de apoio á reactivación económica, por las excepciones que abre a la instalación de nuevos parques fuera del plan sectorial eólico, ha ejercido un efecto llamada y provocado un aumento de los proyectos eólicos presentados. Pero también lo ha hecho la regulación elaborada por el ministerio para desbloquear los permisos de acceso y conexión que no están en uso. Sin esos enlaces, un parque es inviable pues no podría evacuar la electricidad que produce. Entre finales de este año y la próxima primavera vencen los plazos para mantener los derechos sobre esos puntos, algo que condiciona a disponer de una declaración de impacto ambiental del proyecto. Para no perder esos permisos han generado un aluvión de solicitudes, tanto en Galicia como en el resto de España. 

Reclamaciones por daños

El presidente de EGA subraya que en ese proceso caerán varias empresas y que lo que están intentando es buscar justificaciones que expliquen el retraso y pedir a posteriori reclamaciones por daños y perjuicios si se quedan sin los permisos. 

La directora xeral de Planificación Enerxética e Recursos Naturais, Paula Uría, reconocía en junio pasado que la carga de trabajo en su departamento se había intensificado de forma importante en los últimos meses.

Por qué la electricidad es más barata cuando hace viento

Cuanta más eólica, fotovoltaica o energía nuclear se produce, más barata es la electricidad en el mercado al por mayor. Si esas tres tecnologías fuesen suficientes para satisfacer la demanda de energía, la factura de la luz sería de risa. Pero no lo son. Porque no siempre sopla el viento o luce el sol. Por eso hacen falta sostenes en el parque de generación, centrales que estén ahí cuando fallan las renovables. Ese papel lo ejercía el carbón, ahora casi desaparecido, con lo que la responsabilidad ha recaído sobre la hidráulica y los ciclos combinados. Son imprescindibles. Y caros. La primera porque le pone un precio elevado al servicio que le presta al sistema —estar disponible para cuando no haya renovables—; los segundos, porque el precio del gas natural y de los derechos de emisión de dióxido de carbono se ha puesto por las nubes.

Pero el trío de tecnologías que se citaba al principio abaratan el mercado no exactamente porque el viento o el sol sean gratis o porque sus costes de producción sean más o menos altos. Esto último da igual. Enfrían los precios porque, si tienen producción, necesitan venderla como sea —no la pueden almacenar, todavía— y, por tanto, la ofertan a cero, o casi. El problema viene cuando lo que generan es insuficiente y hay que seguir comprando electricidad al resto de tecnologías para completar la previsión de consumo. La hidráulica puede producir o no según las necesidades, pues el agua es gestionable, y cobra cara esa flexibilidad, una cuestión más que criticada, pero que ha ocurrido siempre. Los ciclos combinados son los auténticos responsables del incremento del mercado de electricidad, y sus ofertas son las más caras de todas. Las de la hidráulica se quedan un poco por debajo.

El sistema de casación de precios de las distintas tecnologías hace que la última en entrar en mercado (siempre la más cara) sea la que marque lo que cobrarán todas ese día. También las renovables, que ofertan a cero, pero reciben lo mismo que las demás.

El progresivo desarrollo de los distintos sistemas de almacenamiento de energía cambiará este modelo, pues permitirá a eólicas y fotovoltaicas gestionar su producción.