Solo quedará activa una planta de carbón transformada para quemar gases siderúrgicos

f. f. REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

JOSE PARDO

En total cerrarán trece centrales térmicas en toda España, entre ellas, la de As Pontes

21 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Solo quedará una. Y no será inmortal. EDP mantendrá vivo el negocio de la generación de energía eléctrica con carbón en España con su central térmica de Aboño, junto al puerto asturiano de Gijón, la única que seguirá en funcionamiento. De momento. Todas las demás, ya no. De hecho, la mayoría dejaron de humear el año pasado, cuando cerraron nueve instalaciones. Entre ellas, la gallega de Meirama (Cerceda), propiedad de Naturgy. Por eso la generación con carbón en el 2020 descendió un 55 % en relación al año anterior y solo aportó el 2 % de toda la electricidad, según datos de Red Eléctrica de España (REE). 

Quedan activas, pero con despedidas anunciadas, otras cuatro: las de Endesa en As Pontes y Litoral (Almería), cuyo final está previsto para este 2021; la de Viesgo en Los Barrios (Cádiz) y la de EDP en Soto de Ribera (Asturias). Esta última compañía mantendrá activa la de Aboño. Está compuesta por dos grupos, uno de los cuales se transformará para quemar gases siderúrgicos procedentes de las plantas de Arcelor Mittal a partir del 2022. El otro grupo se mantendrá como apoyo, según EDP.

Esta fiebre por echar el cerrojo al carbón tiene su porqué. Y es económico, aunque disfrazado de medioambiental. Estas plantas son las mayores emisoras de dióxido de carbono del sistema de generación, y el precio de seguir contaminando se ha puesto por las nubes. Estas instalaciones deben adquirir derechos de emisión en un mercado europeo y el precio de la tonelada de CO2 se ha multiplicado por dos en los dos últimos años. Así, en el 2018 se cotizaba de media a 15,88 euros y en la actualidad, a 33.

Eso quiere decir que los costes de producción han hecho lo mismo: subir como la espuma. El carbón ya no es rentable.

Hay otro motivo de peso detrás de los cierres: una directiva europea de emisiones, que entró en vigor el verano pasado. Esa norma obligaba a las compañías a realizar fuertes inversiones en las plantas para reducir emisiones. Endesa empezó a hacerlo, de hecho, dedicando 217 millones a la central de As Pontes. Pero por el camino cambió de opinión a la vista de cómo evolucionaba el precio del CO2, cuyo incremento progresivo estaba previsto precisamente para esto: para conseguir el cierre efectivo del carbón.