«A medida que se inició la desescalada en las restricciones a la actividad, la cifra se fue reduciendo a gran velocidad», explica el ministerio, pero no menciona que muchos empleos se evaporaron con el paso de los meses, aligerando la bolsa de los ERTE. De ahí que España tenga hoy solo al 4,5 % de los asalariados en activo (756.000) bajo el paraguas de los expedientes de regulación temporal de empleo, frente al 5,20 % de Alemania (1.950.000) o el 8,9 % del Reino Unido, donde todavía hay 2.400.000 empleados a la espera de retomar la actividad. Los británicos tienen una de las cifras más bajas de temporalidad (3,8 %). En países donde este fenómeno es tan residual, es frecuente que las empresas recurran en primera instancia al ERTE, ya que los contratos no expiran de forma natural y tienen que pagar indemnizaciones en caso de ajuste.
Prohibición de despidos
Otros dos factores secundarios que pueden mantener a raya los ERTE son el endurecimiento de las condiciones para solicitarlo y la reticencia de algunas empresas a recurrir a este mecanismo que las penaliza si despiden en los seis primeros meses posteriores a la reincorporación de trabajadores. Esto hace que busquen fórmulas alternativas de ajuste laboral, como la bajada salarial.