El ya encarcelado presidente de Ausbanc trató de presionar a la antigua Novagalicia para obtener fondos extras; al fracasar, lanzó una agresiva campaña judicial y propagandística contra el banco
20 abr 2016 . Actualizado a las 12:10 h.
La prácticas de presión y chantaje a entidades financieras españolas por parte de Ausbanc, uno de los motivos por los que su presidente ha acabado en prisión por orden de la Audiencia Nacional, también se vivieron en Galicia. «Lo que hacía este hombre era un secreto a voces», coinciden todas las fuentes consultadas en el sector bancario. En Galicia tanto Caixa Galicia como Caixanova terminaron pasando por el aro, inyectando fondos a esa organización en forma de publicidad, convenios... Con el aviso de que no hacerlo tendría consecuencias: denuncias, campañas difamatorias o informaciones negativas en las muchas publicaciones que el grupo mantenía.
El punto de inflexión fue septiembre del 2012. Las dos cajas habían devenido ya en una sola, y esta, en Novagalicia Banco (hoy Abanca). Con José María Castellano de presidente y César González-Bueno de consejero delegado, explican quienes lo vivieron de cerca, el grifo se cerró. Fue el propio Luis Pineda el que, en una visita a Galicia, se citó con directivos de la entidad y reclamó más fondos a cambio, como en todos los casos, de no montar ninguna guerra contra el banco. Los directivos dijeron que no. En esa decisión pesó bastante, explican esas fuentes, las prácticas que Pineda había tenido en el pasado con el propio González-Bueno, que provenía de ING. No se conocen las cifras, pero acuerdos de este tipo en bancos similares estaban entre los 200.000 y los 300.000 euros al año.
De inmediato, Pineda lanzó una fortísima campaña contra Evo Banco, la marca con la que Novagalicia operaba fuera del noroeste, y una apuesta personal del propio González-Bueno en pleno desarrollo. Los ataques empezaron a través de la cuenta de Twitter del propio Pineda: «Castellanos [sic] y Gonzalez Bueno son nuevos/viejos gestores que no resuelven más que lo suyo, sullisimo. A los de preferentes que les den...». Siguió durante meses a través de esta red social, con manifestaciones delante de la sede central de Evo en Madrid, comunicados de prensa y denuncias públicas (tenía un fuerte predicamento entre algunos medios de la capital) de que Evo no tenía ficha bancaria y no estaba cubierto por el Fondo de Garantía. Es decir, que el banco no respondería ante una quiebra que él insinuaba constantemente. Obviaba que Evo no era un banco, sino entonces solo una marca comercial.