Abengoa, cuatro meses para evitar la mayor quiebra de España

mercedes mora REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

césar delgado

El grupo andaluz debe 9.000 millones a la banca y 5.000 a sus proveedores

26 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Se veía venir. Hace meses que Abengoa camina sobre una cuerda floja. Es una bomba de relojería. Y el contador ya se ha puesto en marcha. Lo accionó el martes Gonvarri -uno de los brazos de Corporación Gestamp, propiedad de la familia Riberas- con su renuncia a entrar en el capital del grupo andaluz, operación que prácticamente se dio por hecha a comienzos de noviembre. Entonces se supo que Gonvarri pensaba inyectar unos 350 millones para hacerse con el 28 % de Abengoa, contra la espada y la pared por su abultada deuda. Y para que el acuerdo llegase a buen puerto, Gestamp puso sobre la mesa una petición que no resultó del agrado de los bancos acreedores: 1.500 millones para que el grupo andaluz pudiese seguir operando con normalidad.

Las entidades, sobre todo las extranjeras, se negaron a pasar por ese aro. Y los vascos tiraron la toalla.

Ahora Abengoa tiene cuatro meses para desactivar la bomba que lleva al cuello: una deuda financiera de casi 9.000 millones de euros. A los que hay que añadir los 5.000 que les debe a los proveedores y los 2.700 que acumula en bonos y obligaciones. El paso atrás -definitivo- de los Riberas ha abocado a la multinacional andaluza al preconcurso de acreedores. La compañía dispone, pues, de tres meses, prorrogables en uno más, para evitar el concurso. Es el plazo durante el que la Ley Concursal la blinda frente a las reclamaciones de sus acreedores.

De no conseguirlo, entrará en concurso. Y no será uno cualquiera, sino el más grande de la historia de España, con un pasivo total de 27.356 millones, a septiembre de este año. Lejos, muy lejos, queda el agujero de más de 7.000 millones que obligó a Martinsa-Fadesa a seguir ese tortuoso camino en el 2007 -está en liquidación- o los 3.600 de Pescanova -solo en la matriz, porque en las filiales había otro roto de casi 800-, que acaba de salir del viacrucis. Se quejan los Riberas de no haber podido ofrecer a la banca un plan detallado de sus intenciones por no haber tenido acceso a la información sensible de Abengoa.

Ahora, todo depende de los bancos -su mayor acreedor es el Santander, que se juega 1.558 millones-, con los que la multinacional andaluza asegura que seguirá negociando para «alcanzar un acuerdo que garantice la viabilidad financiera». Para desencallar la situación, las entidades podrían exigir capitalizar la deuda. Es decir, convertirla en acciones y hacerse con el control de la firma. No van a aceptar una quita sin entrar en la compañía, dicen los analistas.

Mientras, los inversores, huyen despavoridos. Las acciones de la compañía -expulsada del Ibex- estuvieron ayer suspendidas de cotización durante unas horas. Cuando se abrió la veda para poner pies en polvorosa, el desplome se acercó al 70 %. Y, al final del día, las pérdidas eran de casi el 54 %.

Expertos en ingeniería y renovables

Pese a formar parte hasta ahora del selecto club del Ibex 35, Abengoa no es muy conocida entre el gran público. Pero, antes de todo este lío, era una compañía de mucho prestigio, toda una experta en ingeniería y energías renovables.

Su quiebra tendría unas dimensiones colosales. La empresa de origen andaluz emplea a más de 24.000 personas en todo el mundo, a través de 80 países. Su endeudamiento la ha hecho fuerte en América, de donde proceden un 62 % de sus ventas. Factura al año unos 7.000 millones.

La mayor parte de esa cifra procede del área de ingeniería y construcción. Esto es, proyectos llave en mano vinculados al sector energético y al agua. Su otra joya es la producción industrial, centrada en los biocombustibles y el desarrollo tecnológico. Las concesiones en infraestructuras de agua, energía solar o cogeneración también están entre sus puntos fuertes.

La mayor parte de la cifra de negocio del grupo se encuentra en el extranjero, y solo un 14% procede de España. Su principal mercado, Norteamérica.

Falta de credibilidad

Ahora, los esfuerzos de Abengoa, controlada por la familia Benjumea, se centrarán en la negociación bancaria. Lo tiene más fácil con las entidades españolas, pero «su problema es que no cuenta con un respaldo como para ser creíble», explica Jaime Díez, analista de XTB. Este experto recuerda que «lo grave no es tanto su deuda, que también, sino su falta de liquidez». Díez considera que «la compañía es viable, aunque hasta septiembre ha perdido dinero». Y lo ha hecho porque «ha habido poco control de los costes, muy poca eficiencia y una gestión que la lleva a pagar intereses altísimos».