Órdago griego a la troika

mercedes mora REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

KOSTAS TSIRONIS | REUTERS

El Gobierno heleno no reconoce al tridente como interlocutor y rechaza, además, una prórroga del rescate que le concedieron sus socios y que se acaba dentro de un mes

31 ene 2015 . Actualizado a las 18:10 h.

La partida de póker ya ha empezado. De un lado, Grecia. Del otro, el resto de los socios del euro. Todos quieren ganar. Los helenos, que les perdonen parte de la monumental deuda que cargan sobre sus hombros. Los otros, que nones, que quieren recuperarlo todo, que no están las cosas -el ánimo de los contribuyentes- como para regalar nada.

Las primeras cartas ya están sobre la mesa. Todo un órdago el de los griegos: ni reconocen a la troika como interlocutora, ni van a pedir una prórroga del rescate que expira en febrero. Y recuerda Syriza, ahora al mando, que en su programa electoral no figura eso del pago de la deuda. Por lo menos no en los términos actuales. Se lo dijo ayer cara a cara el ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis, al presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. La respuesta de este: «Ya se verá. No hay nada decidido». Y respecto a la pretensión helena de celebrar una conferencia internacional para estudiar una condonación parcial de su deuda y la de otros países europeos, como la que se hizo en 1953 en Londres para reducir la alemana: «ya hay una. Se llama Eurogrupo». Más alta la carta de Berlín. Llegó a la mesa de la mano de su siempre inflexible ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble: cuidado que «no es fácil chantajearnos».

Luego, un poco de cuartelillo al contrincante para que se confíe. Varufakis delizaando que «el pueblo griego ha decidido poner fin a la austeridad, pero está comprometido con una reestructuración de la economía», que «intentaremos convencer a todos nuestros socios de que debemos encontrar una solución para el interés común europeo». Dijsselbloem aseverando: «Estamos comprometidos con apoyar a Grecia a condición de que Grecia cumpla sus promesas» y que «los griegos han pasado por mucho en los últimos años, se han hecho muchos progresos y es importante no echarlo todo a perder». Y Schäuble, que «necesitamos solidaridad en Europa».

Un largo tira y afloja

En fin, que se mire por donde se mire, no hay sintonía. El tira y afloja se antoja pesado. Largo. Demasiado. Sobre todo a ojos de los inversores, a los que la deuda y los bonos griegos les queman en las manos.

El resto de la periferia europea pasa sus apuros. Pero el riesgo de contagio ya no es el que era. Ni sombra de lo que fue. Draghi ha abierto el paraguas y ya nadie se moja. Salvo que saque los pies del tiesto y se le niegue el cobijo.

De momento, Grecia, tozuda, prefiere la lluvia. Una postura esa que disgusta sobremanera a los inversores. Y ayer volvieron a castigarla por ello. Bajó la Bolsa de Atenas y, sobre todo, subieron las rentabilidades de la deuda helena en el mercado secundario, allí donde se negocian los títulos ya emitidos por los Estados y donde el BCE meterá mano con la intención de impulsar la mortecina economía de la eurozona y ahuyentar al lobo de la deflación. Pero para que Draghi compre tu deuda, esta ha de tener la calificación de inversión. Nada de bonos basura . Los griegos lo son y ayer Fitch amenazó con hundirlos todavía más en el saco de lo que considera especulación pura y dura. Si no hay acuerdo o empeora la situación económica, sacará el hacha y les recortará la nota. Aunque, eso sí, cuenta la agencia con que lo más probable es que la partida acabe en tablas. O casi. Y, al final, haya acuerdo.

Con todo, en el plan de Draghi hay previstas excepciones. Para los países sometidos a rescate, claro. Solo si bailan al son de la troika serán ayudados, aunque sus bonos no sean los deseables para engordar la cartera.

¿Y si no hay acuerdo?

En ese caso, cuando acabe febrero, sin prórroga del rescate, Grecia tendrá que decir adiós a la financiación europea. Dependerá de sus propios ingresos y del dinero que pueda arañar emitiendo deuda (a corto plazo todavía tiene acceso al mercado) para sobrevivir. El problema es que los bancos griegos ya no podrán acudir a la ventanilla del BCE para pedir liquidez.

Intereses del 19 % a tres años

Así las cosas, la negativa del Gobierno de Alexis Tsipras a hablar con la troika sobre el rescate le costó ayer a la Bolsa de Atenas otra caída (esta vez, del 1,59 %, con los bancos de nuevo en el ojo del huracán). Y a la prima de riesgo, la escalada hasta más allá de los 1.100 puntos, con la rentabilidad del bono a 10 años por encima del 11,5 % y la de los títulos a tres años rozando el 19 %.