Lo que dicen las cuentas

Fernando Ruiz Lamas

ECONOMÍA

06 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El grupo Pescanova había presentado resultados positivos durante décadas, de forma creciente desde el año 2008. En las últimas cuentas anuales publicadas, las del 2011, se declaraba un resultado de 50,4 millones de euros, por 36,8 un año antes, y 32 en el 2009. Las cifras del primer semestre del 2012 ofrecían también una evolución positiva, con un beneficio de 15,6 millones, por algo menos de 15,2 en la primera mitad del 2011; y en la última información financiera publicada, hasta el 30 de septiembre del 2012, el beneficio se elevaba hasta los 25 millones. En esos años, las ventas registraron tasas de crecimiento superiores al 6 %, y el coeficiente del resultado bruto de explotación (Ebitda) sobre ventas se mantuvo por encima del 10 %.

La empresa lleva presentando informes de auditoría sin salvedades desde el 2002, cuando pasó a ser auditada por BDO Audiberia. Es pertinente recordar que el auditor debe comunicar en su informe cualquier circunstancia que pueda comprometer la viabilidad de la firma. La valoración en Bolsa, hasta la suspensión de cotización, tampoco presagiaba nada distinto de los efectos de la crisis sobre el conjunto del mercado. ¿Cómo se explica, entonces, la actual situación de Pescanova? Si profundizamos un poco más en la lectura de las cuentas, nos encontramos con que la diferencia entre cobros y pagos de explotación arrojaba un déficit de casi 89 millones de euros en el 2011, frente a un superávit de 33 millones en el 2010. Este dato sirve para comprobar en qué medida los beneficios se traducen o no en entradas de tesorería.

¿Por qué, entonces, este saldo negativo? La razón hay que buscarla fundamentalmente en el importante aumento de las existencias, que, además, coincidió con amortizaciones netas de deudas comerciales. Si a ello añadimos unos pagos por inversiones de unos 80 millones (incluyendo el aumento en los saldos de efectivo), se precisaron unos 169 millones de financiación externa adicional, de los cuales, solo 12 lo fueron de financiación propia, no exigible.

Para entendernos: durante el 2011, Pescanova no pudo vender todo lo que produjo, y los vencimientos de deudas con proveedores se pagaron con crédito bancario, en vez de con entradas de efectivo procedentes de sus ventas. De este modo, la deuda financiera pasó a representar un 44,4 % del balance total al cierre del 2011, y los gastos financieros se comieron más del 46 % del beneficio de explotación. Esta evolución, sin embargo, parecía tender a corregirse con datos del tercer trimestre del 2012, en los que la facturación creció un 8,9 %, mientras que el saldo de existencias, en tasa interanual, lo hacía al 4,7 %.

Ruiz Lamas es profesor titular de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidade da Coruña.