«En la AP-9 se alerta del hielo con 13 grados de temperatura»

ECONOMÍA

Malestar entre los gallegos por los altos peajes, el estado de mantenimiento y el déficit de servicios de una vía estratégica

07 dic 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Atrás queda una semana marcada por la actualidad de la AP-9, una vía estratégica de comunicación para el funcionamiento de Galicia, que ahora ha pasado a manos norteamericanas y cuyos altos peajes generan un constante debate en una autonomía que está a la cola de España en salarios. El jueves pasado por la mañana, tras la resaca de dos espectaculares choques en cadena, se apreciaba un creciente malestar en una ciudadanía harta de pasar por la caja de las cabinas rojas para desplazarse por Galicia sin apreciar una contraprestación de servicios acorde a lo que pagan.

Isidro Ríos y Eloy Giráldez, dos operarios que arreglan cajeros automáticos por toda la comunidad, pararon en el área de servicio de Teo, entre Santiago y Pontevedra, para tomar un café. «Con lo que abonamos tendrían que recibirnos en los peajes con un cátering», ironizan. Vienen de Vigo, y al pasar Padrón, un letrero luminoso advierte de placas en la calzada -se supone que para prevenir siniestros tan desgraciados como los del pasado martes-, pero el consejo no se corresponde con la realidad. «¡Madre mía! ¿Cómo es esto posible? Son las diez y media de la mañana y en la AP-9 se alerta del peligro de placas de hielo cuando mi coche marca una temperatura exterior de 13 grados; parece que nos quieren tomar el pelo», se lamenta Isidro.

Ambos trabajadores recurren a esta anécdota para denunciar el atraso y los malos servicios de la principal infraestructura de comunicación de Galicia, que cuenta con una intensidad media diaria de 27.000 vehículos, según los propios datos que manejaba la concesionaria Itínere en la información suministrada por Sacyr -su ex propietaria- a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

A pocos metros de los dos operarios de cajeros se encuentra Carlos Cespón, que reparte mercancía peligrosa y que es vecino de Taragoña, en la comarca de Barbanza. «A mí me da exactamente igual si la autopista es propiedad de Citi o de Sacyr, lo que me importa es que se paga un dineral para que apenas haya información en los paneles y sin que se encuentren áreas de descanso en condiciones, como las que existen por toda Europa», denuncia enfadado.

Los altos peajes que se pagan en la AP-9 constituyen una sangría económica para todas aquellas personas que deben desplazarse entre Santiago y Vigo con frecuencia. «Yo hago ese trayecto hasta Compostela unas 15 veces al mes; cada viaje, ida y vuelta, cuesta unos 30 euros, es decir, que solo en desplazarme mantengo un gasto fijo mensual de 450 euros; imagínese lo que desembolsan todos mis compañeros que se dedican a la venta ambulante», advierte un vendedor ambulante.

La falta de iluminación, el mal estado de la calzada en algunos puntos y la deficiente información de los paneles son las denuncias más frecuentes entre los miles de conductores que cada día cruzan esta autopista. Anteayer, a las 19.30 horas, a la altura de Ordes, a muy baja altitud, se alertaba del peligro de nieve cuando la temperatura exterior era de unos diez grados.

Múltiples protestas

El elenco de quejas es de lo más variopinto; por ejemplo, las personas que utilizan el servicio del telepeaje por razones laborales -para no tener que hacer colas y trabajar más rápido- denuncian que la empresa concesionaria de la autopista manda después un recibo conjunto con los viajes, lo que les ocasiona problemas para pasar las facturas. Pero lo que más indignación causa entre los conductores no solo es el importe de los peajes en Pontevedra, Santiago y A Coruña. El precio del café también es un asunto controvertido, objeto de polémica. En el área de servicio de Teo, una de las más transitadas de la AP-9, ya cuesta 1,40 euros. Y alguno hasta se queja de que la leche de la jarra se sirve fría.