Las familias españolas ahorran diez de cada cien pesetas (0,60 euros) de su renta disponible, lo que supone el nivel más bajo de la historia económica reciente. Su patrimonio, además, no es financiero, sino que está depositado en ladrillos, en el propio hogar donde residen y también en la segunda vivienda, en la mayoría de los casos. Y es, asimismo, una riqueza hipotecada, porque, según un estudio reciente de La Caixa, la deuda contraída por los hogares españoles alcanzaba en el 2000 la cifra de 60 billones de pesetas (360.607,26 millones de euros), el equivalente al 59,5% del Producto Interior Bruto (PIB). Esta cantidad equivale a más de millón y medio de pesetas por persona. Vivienda al margen, la riqueza financiera de las familias e instituciones sin ánimo de lucro al servicio de los hogares sumó en el 2000 un total de 132,5 billones de pesetas (796.341,04 millones de euros) y cayó un 2,8% respecto a 1999. Este patrimonio incluye los activos financieros -dinero en efectivo, depósitos bancarios, acciones, participaciones en fondos de inversión y reservas de seguros de vida y de pensiones- menos las deudas de la misma naturaleza. Caída del patrimonio Según el documento de La Caixa, el patrimonio financiero de los hogares disminuyó en el 2000 hasta representar el 131,4% del PIB, frente al 145,5% de 1999. En opinión de los expertos del servicio de estudios de la entidad catalana, este retroceso obedece a la disminución en diez puntos porcentuales de la propiedad del conjunto de activos -efectivos, depósitos y todo tipo de títulos- y al muy considerable aumento del endeudamiento en cuatro puntos. Así, la disminución del patrimonio financiero de las familias se explica por la caída del ahorro neto, la pérdida de valor de muchas acciones y el aumento de la deuda.