El paraíso compartido de Ion

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

A ESTRADA

miguel souto

Un rumano afincado en A Estrada reactiva Montillón con la apertura experimental de una taberna rural desde la que quiere organizar rutas

21 sep 2021 . Actualizado a las 12:34 h.

Se llama Ion Stan, tiene 48 años y es natural de Craiova (Rumanía). Él es el impulsor del nuevo resurgir de la aldea estradense de Montillón de Arriba, donde ha abierto una taberna rural que está poniendo a prueba. Si la respuesta del público es buena, el proyecto continuará. Si no, la Casa da Corredoira volverá a ser solo la casa de Ion y su familia, como lo ha sido los últimos años.

Ion domina el castellano y el gallego y se ha integrado a la perfección en la parroquia estradense, donde los vecinos le han ayudado con algunas de las obras de restauración de la casa. Lo animan con el negocio y hasta le hacen propuestas de mejora. Según cuenta Ion, la acogida ha sido estupenda y los vecinos están encantados con la nueva vida que el ir y venir de clientes está dando a la aldea. Muchos de ellos no habían estado en Montillón en su vida y nunca habían disfrutado la paz que se respira a los pies del monte Cávado.

Esa paz, el impresionante paisaje natural que rodea el lugar y su autenticidad enamoraron a Ion Stan hace nueve años y lo llevaron a fijar allí su residencia.

¿Y cómo conoció Ion una pequeña aldea en la que no han estado siquiera muchos estradenses? Pues por puro azar. El rumano desembarcó en Galicia hace dos décadas para estudiar Ciencias Políticas en la USC. Al terminar sus estudios montó una consultora empresarial, ejerciendo de intermediario para las empresas españolas interesadas en el mercado rumano. Enseguida tuvo claro que quería asentarse en Galicia y se puso a buscar una casa rural para restaurar. «Después de haber visto muchas, encontré por Internet esta casa a la venta en Montillón. Estaba completamente en ruinas, pero me encantó y decidí invertir mis pocos ahorros en restaurarla», cuenta. «Las vistas, el Cávado, los ríos... Es un sitio impresionante», dice. Tanto le gustó el entorno, que en cuanto la casa tuvo los servicios básicos, Ion ya se trasladó a ella. Así fue como un joven que creció en una ciudad de 400.000 habitantes acabó asentándose en una aldea de cuarenta vecinos.

El giro de la pandemia

Lo de convertir la casa en local de hostelería surgió después, con la pandemia. Ion, que es cocinero autodidacta y apasionado de los fogones, regentaba un local de hostelería en Cuntis con el que perseguía la estabilidad. Había cogido el traspaso, pero con la crisis sanitaria del covid todo se complicó. Para darle una salida al material y a la maquinaria adquirida, a Ion se le ocurrió montar el negocio en su propia casa, que tiene una apetecible terraza con vistas y espacio disponible para un pequeño comedor. «El covid me ha hecho pensar mucho. Ha provocado un cambio en la sociedad en general. No lo tenía pensado así, pero las circunstancias han creado un nuevo modo de vida. Todo ello me ha llevado a pensar en trabajar en casa. Como la reforma aún no estaba acabada, pude adaptarla al nuevo proyecto», explica Ion.

El emprendedor dio a su negocio el nombre que la casa tuvo desde siempre, Casa da Corredoira, que luce como declaración de intenciones en una tapa de barril en la fachada del inmueble. No solo conservó el nombre. «Conservé todo lo que pude: dos ruedas de carro que encontré y quiero restaurar, pilas para el agua, el pozo, el hórreo y un antiguo horno de piedra que he adaptado como mesa gigante», explica.

De momento, Casa da Corredoira solo abre los fines de semana con cita previa. Ion no quiere clasificarlo ni como bar ni como restaurante. «Yo diría más bien que es un rincón con encanto», defiende. Sirve bebidas, pizzas artesanas y degustaciones de productos del mar y de la tierra. «De momento es un proyecto piloto. Me gustaría convertirlo en un pequeño negocio que me diese para vivir. Practico varios deportes y quiero vivir y disfrutar, no solo trabajar. No me escondo. Si va bien, empezaríamos a dar también cenas entre semana, con reserva», explica.

Además de buscarse la vida, Ion también quiere dar a conocer Montillón y sus alrededores. «Es un sitio impresionante», insiste. «Me gustaría organizar rutas por la zona y también crear puentes entre la cultura rumana y la gallega», explica.

Ion ha descubierto el paraíso y está dispuesto a compartirlo con quien quiera disfrutarlo.