Cada primer fin de semana de julio se vive esa lucha cuerpo a cuerpo entre aloitadores y equinos en el curro más famoso de los muchos que se celebran en Galicia. Una tradición grabada en el ADN de todos los vecinos de Sabucedo, que habita de por vida en sus corazones y que se enarbola con orgullo desde la infancia, cuando los más pequeños pierden el miedo con los potrillos. «Desde ese momento es como una droga para los vecinos de Sabucedo, no podemos prescindir de ello», afirmaba Javier Quintillán.
Detrás de esas dos, tres horas en que se prolonga esa pelea sin más armas que la inteligencia, la fuerza y el instinto subyace el trabajo de los 365 días del año. Desde la Asociación Rapa das Bestas se encargan del mantenimiento de los cierres, de vigilar los montes por donde campan salvajes los animales y evitar que causen daños en propiedades privadas, de evaluar la evolución de las manadas, los nuevos nacimientos,... Todo ello para preservar el futuro de los equinos en libertad, cada vez más diezmados por el impacto de los humanos, los incendios o con los parques eólicos y las líneas de alta tensión para la evacuación de la energía como nueva espada de Damocles sobre su pervivencia. La cabaña se ha diezmado en los últimos años en más de la mitad, con menos cuatrocientos ejemplares de la cabaña controlada desde Sabucedo.