«Lo que comemos en cada estación afecta a nuestras emociones y salud», indica Sonia Carbón

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

DEZA

E CUIÑA

El otoño es la época de los caldos blancos picantes que antaño fueron plato básico en Galicia y hoy casi se han perdido

11 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La estradense Sonia Carbón Novoa es fisioterapeuta del Sergas en excedencia y osteópata apasionada desde el 2002. Compagina su consulta de osteopatía en Fisio Estrada con actividades divulgativas como la que hoy imparte con la productora ecológica Montse Fernández (Casa Xorxeira). El taller será a partir de las 17.00 horas en Catro Elefantes y desgranará la apasionante relación entre los alimentos y las emociones.

El asunto es mucho más complejo pero, para que a nadie se le escape la estrecha vinculación, Sonia pone como ejemplo el disfrute de un par de copas de vino. «Ahí vemos más claramente la relación. Es fácil comprobar que el comportamiento emocional cambia», explica.

Eso mismo sucede, de forma más sutil, con el resto de los alimentos que consumimos. Para encontrarse bien, el secreto es comer productos de cercanía, cultivados de forma ecológica y de temporada. Seguir el ritmo de las estaciones es más importante de lo que parece. «Siguiendo la medicina tradicional china, basada en la observación de la naturaleza durante miles de años, cada estación se corresponde con un órgano, un color y un sabor.

Otoño con picante

El otoño se corresponde con el pulmón -de ahí los catarros- y el intestino grueso. El color es el blanco y el sabor es el picante de la pimienta o del jengibre, que genera calor», explica Sonia Carbón. «No es la cantidad la que marca el bienestar, sino la cualidad. Por eso en esta época es recomendable el picante sin ser extremo. Un punto de picor que estimula la apertura de las vías nasales o la expulsión de moco», comenta. «Lo propio son comidas con ajo, jengibre o pimienta, alimentos blancos y picantes y las tisanas, las leches vegetales con clavo... cosas sutiles para recuperar la energía que nos falta en el otoño», dice.

No solo en China el blanco y el picante son cuestiones vinculadas al otoño. «En Galicia en otoño se hacían los caldos blancos con rábano blanco, con puerro de estación, que tiene cierto picor, con cebolla, que pica en crudo, y grasa de pollo, con efectos caloríficos para la expulsión de moco...», explica Sonia Carbón.

«Aquí se perdieron cosas muy interesantes como el trigo sarraceno (alforfón) o el mijo (millo miúdo) documentados en los castros. Ahora se están redescubriendo, pero ya los teníamos», dice.

Sonia recomienda vivir más en consonancia con la naturaleza. «A la naturaleza ya no se le ocurre producir tomates en febrero. El tomate va ligado al ácido. En verano sienta bien, pero fuera de temporada a mucha gente le provoca acidez, sobrecarga a nivel muscular o sentimiento de enfado», explica.

Además del consumo fuera de temporada, cualquier otra cosa que altera los alimentos acaba afectando a nuestras emociones. «Cuando me como un calabacín alterado fitosanitariamente, acompañado de herbicidas o glisofatos, eso provoca una disrupción endocrina que puede generar una alteración tiroidea. Puede llegar a cambiar el comportamiento y a producir depresión o hiperactividad», comenta la osteópata. «Ocurre lo mismo con el consumo masivo de azúcar refinado en los niños. Hay estudios que demuestran que está muy relacionado con la hiperactividad», dice.

Según apunta la estradense, otra buena muestra de la relación entre alimentación y emociones es la consecución de los niveles adecuados de serotonina y dopamina. Son las responsables del humor estable, la calma y el sosiego y se generan con un aminoácido que el organismo no produce, por lo que hay que sintetizarlo a través de los alimentos. El consumo de determinados alimentos es clave para nivelar estas sustancias.

«Todo se resume en consumir productos de cercanía y ser coherentes con la naturaleza»

Aunque la osteopatía es una ciencia compleja y la relación entre alimentos, salud y emociones daría para varios volúmenes, Sonia Carbón tranquiliza al no iniciado. «Al final no es tan complejo. Sin introducirse en el mundo loco de la alimentación saludable, para alimentarse correctamente lo básico es consumir productos de cercanía, de nuestra tierra, apostar por lo ecológico todo lo que se pueda y ser lo más coherentes posible con la naturaleza, que provee lo que necesitamos en cada estación», comenta. «Por ejemplo, en otoño, frutos secos o hortalizas de raíz blanca. Aquí contamos con el privilegio absoluto de que tenemos de todo», explica.

Yendo más allá, aconseja conocer las reglas básicas para no mezclar ciertos alimentos -como patatas y carne- y aprender a cocinar para hacer las cosas bien y con buena materia prima.

No obstante, en la mejora del estado emocional influyen muchos más factores. «En resumen, es tener un estilo de vida que se acerque lo máximo posible a los ritmos de la naturaleza», insiste Sonia. Cuando profundiza habla de erradicar el estrés, comer bien, respetar los tiempos de sueño y vigilia y estar dormido a las once de la noche. «Es la hora del hígado y la vesícula biliar, que es la lavadora del organismo y solo limpia de once de la noche a tres de la madrugada», explica constatando que los horarios habituales no se ajustan en absoluto a estos ritmos naturales.