Final feliz para el misterio de los cerdos desaparecidos

nacho mirás SANTIAGO / LA VOZ

DEZA

El alcalde decide poner fin a la Lalín Pork Art al no poder garantizar la permanencia de las esculturas en las calles

07 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

En otra situación, esta crónica debería encabezarse con una frase tipo «Están a salvo y en casa» o «Se encuentra perfectamente». Sin embargo, los dos cerdos prófugos de la Lalín Pork Art no tienen casa a la que regresar y son porcos parcos en palabras, así que bastante tienen con haber ido a parar al almacén de Parques e Xardíns. Finaliza así el episodio de los cochos desaparecidos que, lejos de haberse vuelto cimarrones, fueron objeto de saqueo. Y no parece que hayan sido abducidos o, desde luego, no lo fueron por una civilización superior. Los cochos, uno instalado en la praza Roxa y el otro en el casco histórico, desaparecieron misteriosamente durante la madrugada del viernes. Aunque no se montó una gorda como con el Códice Calixtino, lo cierto es que el asunto no sentó bien: el arte urbano no debería acabar en los domicilios particulares, por muy porcofílico que sea el ladrón. Lo del robo por encargo... tampoco daba la impresión. El caso es que, bien por problemas de conciencia, bien por falta de espacio, los autores del secuestro decidieron liberar a los cautivos, uno la propia noche de la desaparición, el otro la pasada madrugada; no consta que se haya pagado rescate. Ya en serio, la portavoz del gobierno local, Paula Prado, ironizó en su comparecencia de ayer y señaló que se imagina que quienes los habían robado recapacitaron y se dieron cuenta de que poco podían hacer con ellos, uno vestido de gaiteiro y el otro de autobús. «Los cerdos no han dicho nada», bromeó la edil. El de la praza Roxa estaba sujeto con anclajes de acero, así que para moverlo hubo que echar mano de las herramientas. Uno fue encontrado en Rodríguez Carracido -casas de Ramírez- y el otro junto al instituto Rosalía, desubicados ambos, sobre todo el último, con pocas posibilidades de cursar el bachillerato internacional. Molesto de verdad está el alcalde, que ha decidido poner fin a la exposición al no poder garantizar la permanencia de las piezas. Su homólogo lalinense, José Crespo, respira aliviado, ya que una de las esculturas desaparecidas, la que tiene traje tredicional, es su favorita y está de vuelta. Ya se sabe: del cerdo se aprovecha todo, incluso sus representaciones artísticas.