«Comparto lo que dice mi amigo Sabina, como cantar no hay nada»

Cristina Barral Diéguez
Cristina Barral CALDAS DE REIS

DEZA

BALLESTEROS

Entrevista | Víctor Manuel El intérprete y compositor sostiene que cuando la música está tan tirada que se puede adquirir en el suelo pierde valor e importancia: «Por eso algo tiene que cambiar»

11 ago 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

Asturiano de Mieres, Víctor Manuel comentó ayer, por teléfono, sus impresiones antes del concierto que ofrecerá junto a Ana Belén el próximo domingo en Caldas. -La gira del 2005, «Una canción me trajo aquí», está dirigida por José Carlos Plaza. ¿Cómo la definiría? -Es un espectáculo muy novedoso que nunca se lo he visto hacer a nadie. Está estructurado en cuatro bloques de treinta minutos y es un repaso cronológico a las canciones más conocidas nuestras y otras menos, pero que han sido vitales y nos apetece cantar. Son setenta temas que van saliendo como cerezas de un cesto. Arranca en 1967 y acaba en el 2005, porque hay tres nuevas. Una de ellas, la que da título al espectáculo y que nos escribió Jorge Drexler. -¿Esa estructura garantiza que gustará a un público intergeneracional? -Puede ser, pero el públicio siempre es diferente. Hay gente que se enganchó con La puerta de Alcalá o Sólo pienso en ti, pero también quien lo hizo con Contamíname, Peces de ciudad o Derroche. Son temas muy recientes. -¿El peso sobre el escenario lo llevan los dos? -Sí, la cosa está muy repartida. -¿Prefiere actuar en un espacio cerrado o al aire libre, como pasará en Caldas? -A mí me gustan los sitios por el público, si está feliz en una carballeira, pues maravilloso. Los equipos de sonido suenan mucho mejor al aire libre cuando hay árboles que cuando estás en campo abierto. Experiencias como Castrelos, en Vigo, siempre son espectaculares de sonido. -En Caldas, árboles hay muchos y centenarios... -No conozco Caldas de Reis, pero me metí en Internet estos días y la verdad es que es un sitio precioso. -Este año repite gira con Ana Belén. ¿Qué proyectos tiene para después? -Sí, la última gira fue el año pasado, recorrimos España y parte de América hasta el 18 de diciembre. A final de año habrá que pararse para grabar nuevos discos y hacer planteamientos nuevos. Aunque lo más inmediato es grabar este espectáculo en un DVD el próximo septiembre en el teatro romano de Mérida. -¿Sigue compaginando la canción con la composición y la producción musical? -No lo he dejado nunca. Lo útimo que hice fue el homenaje a Neruda, con cantantes de España y de América. Fue un proyecto muy bonito para el Fórum de Barcelona. Cuando acabo de producir algo siempre digo que nunca más, pero acabo cayendo. -Y su labor como productor de cine y sus pinitos como actor... -Como actor, más vale no recordarlo. Hice dos películas en 1971 y 1972, porque en aquella época si eras un artista conocido siempre te ofrecían hacer una película porque eran muy baratas y tenías garantizado llevar algo de público al cine. Después, a partir de 1987, produje Divinas palabras, en Galicia, y otras doce. Ahora no produzco porque perdí todo el dinero que tenía que perder con eso. -Recientemente decía que la música está en crisis. -Tiene que cambiar el modelo de mercado porque se va a consumir toda la música a través de Internet y alguien tiene que pagar por eso. A los que estamos instalados en el mercado la crisis nos afecta relativamente, pero para la gente joven es un desastre. Cuando la música está tan tirada que se puede adquirir en el suelo pierde valor. Aunque luego eso no pasa en directo y la gente sigue llenando los conciertos. Dicen que la música es cara. ¡Caros son los pisos! Si la música se roba es porque se puede robar. Si la gente pudiera robar la luz y el teléfono, también lo haría. -¿Qué es lo mejor y lo peor de estar de gira? -Comparto lo que dice mi amigo Joaquín Sabina, como cantar no hay nada. Las canciones son mucho más importantes de lo que pensamos en nuestra vida y cumplen una labor maravillosa. Y el directo es una explosión, un disfrute. Lo peor, los tiempos muertos de espera, que llegan a cansar. Y el cambiar de almohada.