Un guardia jurado entre píxeles

DEPORTES

22 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo depende del contexto y en las fábricas de silencio que son hoy los campos de fútbol las cosas se magnifican. Al menos desde la tele. Se lo trabajan con un colchón de grabaciones reales de cánticos de aficionados, pero luego dos jugadores sufren un choque común y los micrófonos de ambiente recogen una explosión de un reactor nuclear. No es que el impacto haya sido de pronóstico reservado, es que nos han cambiado el escenario. Nos descolocan y engañan con trampas.

Es difícil para un chaval de 17 años entender a Platón. También para uno de 32. Los profesores de bachillerato deberían poner un partido de estos en clase para que los alumnos vean qué quería decir el griego con lo de no fiarse de los sentidos. La noche también fue buena maestra de juventud. Llegabas a casa a altas horas de la madrugada —o, al menos, más tarde de lo acordado/impuesto— y con solo dos opciones: deslizarse sigilosamente, preferiblemente en calcetines, o apostar por una incursión rápida y más ruidosa. Apenas se movería un vúmetro, pero el contexto de silencio decidía la guerra con papá y mamá.

Nos engañan con el oído en la nueva normalidad de las retransmisiones. Advierten con un rótulo de que el audio lo sacan del FIFA 21. El sonido viene de un videojuego que aún no salió y los muñequitos en la grada de uno que ya criticábamos por sus gráficos cutres en el 97. Hay demasiado desfase entre lo uno y lo otro. Hasta el propio diseñador de ese mosaico de colores no antropomórficos estaría de acuerdo en que la tecnología no siempre hace falta y que es bastante más digno poner monigotes de cartón como ya hemos visto.

Y luego está el guardia jurado que aparece por el medio. Que ese sí es real. Se mantiene estoico, preparado para evitar, supongo, una invasión de píxeles al campo.

Entre el silencio, Óscar

Tiene nombre de ganador de etapa de la Vuelta, pero es canterano del Madrid y juega cedido en el Leganés. Metió un golazo ante el Mallorca que sacó a su equipo del hoyo, aunque siga en la UCI. Con la belleza de su golpeo se alió el silencio, que nos dejó escuchar cómo suenan los golazos. La grada de Son Moix se quedó fría y los aficionados de 8 bits petrificados.