Amigos e íntimos rivales

Paulo Alonso Lois
PAULO ALONSO REDACCIÓN / AGENCIA

DEPORTES

Pere Bota

Gómez Noya y Mola, que se reparten los cinco últimos títulos mundiales, entrenan juntos en Mallorca en un caso atípico al más alto nivel

24 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante cinco semanas, los dos grandes dominadores del triatlón mundial en la última década convivirán, entrenarán y se evadirán juntos. Primero fueron rivales, luego se convirtieron en enemigos íntimos por los cinco continentes y con el tiempo entablaron una relación sincera de admiración primero y de amistad ahora. Por eso desde hace unos días Javier Gómez Noya (Basilea, 1983) y Mario Mola (Palma, 1990) se entrenan juntos en Mallorca. Aunque en el triatlón abundan las concentraciones de grupos de trabajo, se trata de una experiencia infrecuente entre dos fenómenos que se disputan el cetro de su deporte. Lo facilita que ahora, finiquitado el calendario del Campeonato del Mundo de la ITU, ambos se embarquen en desafíos diferentes. El ferrolano persigue la triple corona, el mayor premio del triatlón mundial, el millón de dólares que recompensa las victorias en tres prestigiosas citas de media distancia: la de Dubái, el Mundial de Chattanooga (Tennessee) y el 70.3 de Baréin. Las dos primeras paradas terminaron de la misma forma, con la medalla de oro colgada del cuello de Gómez Noya, y la tercera se disputará el 25 de noviembre. Mario Mola afina otra vez su punta de velocidad de fondista de cara al Island House Invitational, que se celebrará en Bahamas a mediados del próximo mes.

«Si estuviésemos jugándonos un título, la verdad es que sería más difícil entrenar juntos por la tensión. Pero llevábamos tiempo intentando cuadrar una época de entrenamientos juntos, aunque no era sencillo porque cada uno tiene su grupo de trabajo. Pero ahora coincidió todo bien», explica Gómez Noya. El ferrolano ganó los Mundiales de distancia olímpica del 2008, 2010 (antes de la llegada de Mola), 2013, 2014 y 2015, mientras que el mallorquín exhibió su poderoso diez mil final a pie para ganar los títulos del 2016 y 2017.

Uno comenzó como espejo del otro; el segundo se transformó en amenaza del primero. Aunque en su horizonte a medio plazo figuran compromisos diferentes. Gómez Noya explorará en el 2018 el territorio del ironman, mientras que Mola aprovechará sus años de madurez en la distancia olímpica. Aunque podrían volver a ser rivales en el 2019 y 2020 si el ferrolano retoma el camino a los Juegos de Tokio.

«Estos días no entrenamos exactamente todo igual, pero sí adaptamos muchas cosas. Él me ayuda en ritmos y algunos aspectos. A mí me ayuda mucho, hace más amenos los entrenamientos. Es positivo en todos los sentidos. Y luego convivimos y hacemos las comidas y las cenas juntos», explica Gómez Noya. Sus parejas, las triatletas, la neozelandesa Anneke Jenkins y la española Carolina Routier, entrenan también estos días en la isla.

El lucense Carlos David Prieto, entrenador de Gómez Noya desde el 2013, vigila ahora las sesiones de ambos. El habitual preparador del mallorquín, el canadiense Joel Filliol, dio el visto bueno al plan de trabajo del ferrolano y adaptó algunas sesiones.

Con la ayuda de su entrenador, Gómez Noya ajusta y reajusta sobre la marcha la preparación de una temporada radicalmente diferente al resto. Y eso que pocas han seguido el guion previo. Como se había roto el codo en julio del 2016 y tuvo que descansar, empezó la temporada siguiente en octubre de ese mismo año, con un primer test de competición en Nueva Zelanda en diciembre. No parará hasta ese 25 de noviembre en Baréin. Catorce meses sin apenas descanso, más que alguna semana libre suelta. «La temporada ya pesa, pero también es muy apetecible lo que hay por delante. Quiero rematar el trabajo». concluye.

«Tiene una chispa que me obliga a esforzarme más»

Las condiciones del otoño balear facilitan las largas sesiones de entrenamiento de Mola y Gómez Noya. «Tenemos un tiempo casi de verano, pero sin tanta gente como visita la isla en esas fechas, así que disfrutamos de carreteras tranquilas, tanto con zonas más llanas para la bici como me interesa para la prueba de Baréin, como con otras de montaña en la Tramontana. El hotel tiene una buena piscina para entrenar, la comida es buena... No había entrenado casi antes aquí, pero es un buen sitio», resume el pentacampeón mundial de distancia olímpica.

Aunque lleva un lustro enfrentándose con Mola, y compartiendo algunas sesiones previas a las carreras, la concentración no deja de sorprender al ferrolano. «Aquí ves por qué es tan bueno. Tiene mucha calidad y cuando tiene que apretar en los entrenamientos, tiene motor y capacidad de sufrimiento. Su carácter sonriente se transforma para saber sufrir. Le gusta entrenar y le gusta lo que hace». Su complementariedad también suma. «A mí me vienen bien las sesiones más rápidas de carrera y bici. Por su juventud tiene esa chispa y velocidad que me obligan a esforzarme más. Supongo que él se beneficia de mi experiencia y control del ritmo en distancias más largas», razona Gómez Noya, que mantuvo duelos hace casi tres lustros con rivales como Simon Lessing, hoy de 46 años y que podría ser el padre de Mola.

La traca final del millón de dólares en el Golfo Pérsico, pese a lo incómodo de la fecha, podría enfrentarle a rivales de fuste, como sus compañeros del equipo Baréin: dos excampeones del Mundo de la distancia como Jan Frodeno y Terenzo Bozzone y Ben Hoffman, plata en el Mundial de ironman del 2014.