A por un oro olímpico con 47 años

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

DEPORTES

Trofeo Princesa Sofía

Fernando Echavarri arranca su séptimo ciclo repitiendo clase y pareja, y con el reto de adaptarse a un Nacra 17 reconvertido en barco volador

29 mar 2017 . Actualizado a las 20:42 h.

Veinte años tenía Fernando Echavarri cuando entró por primera vez en el equipo preolímpico español. Fue en 1993, como número dos de la clase Láser con vistas a unos Juegos de Atlanta en los que no llegó a navegar. Cuando se apague el pebetero de Tokio 2020 el patrón pontevedrés podría haber acabado su cuarta participación olímpica quizá con el segundo metal de su carrera a modo de guinda; la que coronaría la tarta con 48 velas que el calendario le marca soplar cuatro días después de la clausura de la cita nipona.

Esta es la ilusión con la que el último campeón olímpico de la clase Tornado, y junto al vilagarciano Antón Paz, primer medallista gallego de vela en unos Juegos, ha arrancado el que será su séptimo ciclo de cuatro años de trabajo con la mayor competición deportiva del planeta al final de la hoja de ruta. Y es que la edad no parece un obstáculo viendo cómo el verano pasado el argentino Santiago Lange lograba junto a Cecilia Carranza el título de Río de Janeiro en la clase Nacra 17 frisando los 55 años, y tras haber luchado menos de un año antes contra un cáncer de pulmón.

Tras el experimento del Láser, después de haber alcanzado la gloria en el Tornado, Fernando Echavarri volverá a apostar esta vez por la clase que le reabrió las puertas de los Juegos Olímpicos tras quedarse a un palmo de narices en la edición de Londres 2012 en la Star. Con la canaria Tara Pacheco de nuevo como tripulante en el Nacra 17, una modalidad que a su corta historia añade la dificultad de haberse convertido en el banco de prueba para la introducción de los sistemas de vuelo en la vela olímpica, con la incorporación de foils en forma de z.

Undécimos en Río tras desembarcar tarde en la clase, solo un año antes de los últimos Juegos, Echavarri y Pacheco arrancaban el lunes su nuevo ciclo en el Trofeo Princesa Sofía de Palma de Mallorca. Con solo diez días de trabajo en el agua desde la gran cita brasileña del año pasado. Un tiempo de paréntesis necesario porque, explica Echavarri, «había que buscar financiación».

Tras confirmar que volverán a contar con el respaldo de la Real Federación Española de Vela, la Xunta y la Deputación de Pontevedra, Echavarri dio el paso. «Me apetece seguir en la vela olímpica, y como creo que podemos hacerlo bien, y estar arriba, nos hemos animado a seguir», apunta, resaltando que «lo más importante» para continuar «es la ilusión».

El pontevedrés habla de «un camino muy largo», en el que tocará adaptarse a la transformación del Nacra 17 en un barco volador. «A principios de verano todos recibiremos los nuevos foils, y puede que en julio ya compitamos con ellos en el Europeo de Kiel». Un cambio que lleva a toda la flota a «que empecemos de cero». 

Para Echavarri «la mayor complicación será la seguridad», pasando de 13 nudos de media en las ceñidas a 16-17, y de 23 en la popa a 26-27. El gallego aprenderá a lidiar con ello puliendo sus progresos entre Santander y Vilagarcía.