Arranca la era tras el adiós de David Cal

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso lois RÍO DE JANEIRO / ENVIADO ESPECIAL

DEPORTES

Antonio Cortés

Cubrir el vacío que deja el medallista olímpico español más laureado, el mayor desafío para los gallegos

04 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando a finales del mes de marzo del año pasado David Cal dijo basta, el movimiento olímpico español se quedó helado. El palista de Hío, el hijo de panaderos, el hombre que en Atenas 2004 se erigió como el mejor piragüista del mundo -se colgó un oro, el primero en la historia de Galicia, y una plata-, el de las remontadas prodigiosas, el que nunca fallaba en las grandes citas anunciaba, por sorpresa, que no encontraba la motivación suficiente para volver a competir en Río. Decían adiós sus cinco medallas, un hito en España, repartidas en tres Juegos, en doce años de ensueño. Y, de pronto, surgía un hueco, un vacío imposible de llenar para todos los aspirantes a representar a Galicia en la emblemática ciudad sudamericana.

El agujero se hizo de proporciones gigantescas cuando Javier Gómez Noya, el mejor triatleta de todos los tiempos, se fue al suelo a escasos metros de llegar a la casa que había alquilado en Lugo para preparar su asalto al primer peldaño del podio. Le faltaban 15 segundos para bajarse de la bicicleta, pero en un despiste terminó volando por encima del manillar. Estaba casi parado. A menos de 20 kilómetros por hora. Pero en el golpe se fracturó la cabeza del radio. Hasta luego al mano a mano más esperado, al duelo con Alistair Brownlee. En un circuito que se amoldaba como ninguno a las características del ferrolano. Duro en la bici y rápido a pie.

Pero Galicia se presenta en Río con nuevas figuras, con nombres consolidados. La principal baza es Támara Echegoyen. La regatista pontevedresa puede presumir de un currículo difícil de igualar. En el anterior ciclo olímpico, acompañada de la coruñesa Sofía Toro y la gijonesa Ángela Pumariega, no sólo tuvo el mérito de ganarse a bordo del Elliot de seis metros el privilegio de estar en el equipo español, sino que concluyó proclamándose campeona de Europa, del Mundo y finalmente olímpica. La tiranía que impusieron en la modalidad de match race parecía construida de la nada. Pero estaba cimentada en una personalidad puntillista y en un derroche de sacrificio.

El día que ganaron el oro acabó su proyecto. El Elliot de seis metros desaparecía de las clases olímpicas. Y Támara Echegoyen decidía hacer su camino en el 49erFX. En esta ocasión, junto a la cántabra Berta Betanzos. El binomio pasó dos años prácticamente en el anonimato. Decían que progresaban, pero los resultados no terminaban de llegar. De repente emergieron a lo grande. Campeonas del Mundo en Clearwater, Florida. A un paso de los Juegos, exhibían su mejor perfil. Lograr una medalla en la bahía de Guanabara convertiría a Echegoyen en leyenda.

También en la controvertida Guanabara pelearán Fernando Echávarri -junto a la canaria Tara Pacheco en la clase Nacra 17- y Iago López -con el cántabro Diego Botín, en el 49er-. Las dos tripulaciones han demostrado una progresión ascendente y verlos en el podio no sería una sorpresa.

Sin salir del agua, en la de la Lagoa Rodrigo de Freitas, Teresa Portela se enfrentará a su último desafío. Después de que se le escapase por un palmo en Londres, donde una mala salida le privó del metal olímpico, a Brasil llega con la confianza de saber que, pase lo que pase, su trayectoria deportiva es de las que dejan huella. Pocas como ella en el K1-200. A Cristian Toro, por su parte, se le presenta una ocasión inmejorable de tocar el éxito en unos Juegos. Irá acompañado de Saúl Craviotto en el K2-200. La fórmula de ponerle empuje gallego a la velocidad del catalán ya funcionó con Perucho en Pekín. Y el K4-1000, de Óscar Carrera y Rodrigo Germade, puede ser el heredero de aquel que en Montreal ganó la plata.

Entre el resto de los gallegos, el arquero Alvariño y las rugbiers Medín y Rial tienen opciones de dar una alegría y ayudar también a hacer olvidar todo lo que se ha quedado al otro lado del océano.