La sonrisa más difícil de la selección

Pedro José Barreiros Pereira
p. barreiros REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

VINCENT WEST / Reuters

El pase a la fase final de la Eurocopa no disipa las dudas sobre su capacidad para revalidar el título

11 oct 2015 . Actualizado a las 19:32 h.

La transición dulce, como denominó el propio Del Bosque a ese relevo que pretende ser tranquilo desde los referentes de antaño (Casillas, Xavi, Xabi Alonso, Villa,...) a las estrellas de mañana, pasará un nuevo examen en la Eurocopa, a la que la selección llegará con algunas sombras en el entorno y también en su juego.

¿La selección puede soportar el rol de favorita en la próxima Eurocopa?

El principal problema de España es la pérdida de jerarquía en todas sus líneas. Los mejores días de Casillas han pasado, la marcha de Puyol no ha sido paliada en defensa, el centro del campo (aún repleto de talento) carece de un auténtico líder como era Xavi y nadie parece tomar el testigo goleador que dejó Villa. Con este panorama en el vestuario, a la selección aún la sostiene su palmarés (es la única selección que ha conquistado dos Eurocopas consecutivas), pero el fiasco del Mundial de Brasil ha sembrado unas dudas que siguen latentes.

¿Quién va a marcar los goles de una selección que aspira a su tercera Eurocopa?

Aquella solución del 9 mentiroso, aquel invento de la pizarra de Del Bosque que situaba a Cesc Fábregas como falso delantero centro, ha acabado en el baúl del olvido. La nacionalización de Diego Costa tras la marcha de Villa al fútbol estadounidense solo desnudó la principal carencia del fútbol de la selección: la flagrante ausencia de goleadores claros. El fracaso del futbolista del Chelsea en el Mundial de Brasil le ha perseguido hasta ahora y amenaza con llevarse por delante al combinado en una nueva fase final, esta vez la Eurocopa de Francia. Las soluciones de Morata y Alcácer se revelan bisoñas y por ahora con poco recorrido.

¿El juego de la selección acabará por recuperar el esplendor del pasado?

Precisamente en el centro del campo, la sala de máquinas del equipo, la selección rezuma calidad. Pocas selecciones europeas (y quizá también del mundo) dispongan de todos jugones. Futbolistas como Iniesta, Silva, Cesc, Isco, Thiago, Cazorla o Mata serían titulares en cualquier otro combinado, pero en España han de guardar turno. Sin embargo, cualquiera de estos carecen del carisma y de la capacidad para aglutinar a sus compañeros del que disfrutaron en el pasado Xavi o Xabi Alonso. En realidad, pocos de los citados en el listado disponen de un rol privilegiado en sus clubes. Salvo en los casos de Iniesta y Silva, los demás juegan a la sombra de otras grandes estrellas.

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¿Cuál será el papel de Casillas en el futuro?

El portero del Oporto, que pasará a la historia por haber levantado los trofeos de una brillantísima generación de futbolistas, tiene por delante el desafío de pasar el testigo a De Gea. Se espera que el traspaso de guantes no sea tan traumático como su marcha del Madrid el pasado verano y que el guardameta de Móstoles asuma con naturalidad un rol secundario como anteriormente le tocó a otros porteros veteranos.

¿Hay banquillo para zanjar los problemas defensivos?

Solo Piqué, Sergio Ramos y Jordi Alba (si acaba por dar esquinazo a sus problemas físicos) se revelan con el suficiente fuste para soportar la condición de titulares indiscutibles en una selección campeona. El problema llega por detrás, donde se abre un abismo a la hora de encontrar recambios. La distancia entre la calidad de estos y sus supuestos suplentes es demasiado grande. El problema fue palpable en esta última convocatoria, cuando España afrontaba la hora de la verdad para asegurarse la clasificación. Del Bosque tuvo que echar mano de jugadores de tercera línea como Etxeita y Nacho para completar la convocatoria. En una fase final estos detalles marcan la diferencia entre ganar o quedar eliminada a las primeras de cambio.

¿Es capaz de competir en las grandes citas y contra los grandes rivales?

El Mundial de Brasil abrió la caja de los truenos. A los problemas para conformar una convocatoria fiable en todas las líneas se une la sobrecarga de un calendario muy largo para los grandes clubes, cuyos futbolistas llegan exhaustos al verano. La convivencia en la selección, con jugadores de una u otra camiseta enfrentados por sus cuitas ligueras de la temporada (el reciente episodio entre Ramos y Piqué fue solo el último), y la presencia de grandes rivales que han derrotado a España en otras ocasiones añaden dificultades al camino.

¿El entorno apoyará al equipo o seguirán los debates externos?

Los pitos que están acompañando a Piqué cada vez que viste la camiseta de la selección o las polémicas acerca de si determinados jugadores se borran de las llamadas de Vicente del Bosque, o si salen de fiesta al término de los partidos acompañan a España desde hace tiempo e indudablemente la distraen del objetivo. No solo se habla de fútbol cuando juega España, y esta circunstancia no beneficia a ninguno de los implicados en los debates. Solo la tercera Eurocopa puede serenar un ambiente muy cargado en torno al equipo.