Técnicos y excompañeros elogian al cerebro del Barça y la selección española en su despedida
22 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.En la plaza de Sant Miquel, Maragall había cedido el bastón de mando para que Clos perpetuara a su manera el dominio del PSC. Pero a la Barcelona culé el verano del 97 le traía otras inquietudes. Urgía una fórmula con la que romper tres años de sequía liguera y Núñez se encomendaba a Van Gaal, para que el holandés le diera un giro al equipo. El ex del Ajax mojó a la primera, aunque se pasó la campaña parcheando la medular. Amor se batía en retirada, De la Peña brillaba a chispazos, y a Celades le faltaba empaque para sostener el timón de un grande; Guardiola arrastraba sus isquios de camilla en camilla. Así que a final de curso despachó a los dos primeros, relegó al tercero y dosificó al cuarto. Aprovechó la coyuntura para sumar otro compatriota al plantel (Cocu) y darle la alternativa a un crío con muy buena pinta.
Xavi se estrenó con gol al calor de una Supercopa de agosto y a los 19 festejó su primer campeonato de la regularidad. El Dépor le hará mañana el paseillo que conmemora el octavo, a los 35. Ahora que Colau y Trias han desplazado a los socialistas a la tercera plaza de las encuestas. Mucho ha cambiado Barcelona y el Barça desde que un chaval de Terrassa debutó ante el Mallorca tras pasar la noche en vela.
Roberto Trashorras
«Es el sello puro de la Masía». La primera campaña de Xavi fue notable (aplazó incluso el adiós de Van Gaal con un tanto en Pucela), pero como apunta Trashorras «al principio le costó, siempre a la sombra de Guardiola, con una continua comparación que se lo ponía todo más difícil». El del Rayo se pulió durante siete años (1996-2003) en la cantera blaugrana, donde el de Terrassa se convirtió en muestra de lujo de una proverbial fábrica de cerebros. «Es el sello puro de La Masía. El 4 perfecto, aunque luego jugara más arriba. Marcó una época y eso es algo muy complicado. Va a estar siempre en el recuerdo, más allá de los títulos. Se le recordará seguro como el más capacitado para entender el fútbol a través de la posesión», elogia el de Rábade.
«Coincidimos cuando subí al Barça B y luego cuando él ya estaba asentado en el primer equipo -recuerda-. Todos los calificativos se le quedan pequeños. Es el hombre más importante en la evolución que ha sufrido el Barça, y también la selección. Representa un estilo».
Créditos que no le han valido sin embargo una distinción individual a la altura. Trashorras le echa la culpa a los tiempos que corren: «Es que ganar un Balón de Oro estando Messi ahí es muy complicado».
Pablo Coira
«Cambió la historia». Acumula 23 títulos con el Barça y cuatro defendiendo a España. El primero, en un Mundial sub 20 que disputó en Nigeria junto a Pablo Coira. «Lo primero que me llamó la atención de él era que parecía no pestañear. Lo veía todo, todo el tiempo. Era nuestro seguro, al que buscar ante cualquier dificultad», rememora el arousano. Para el ex de Compos y Celta no hay duda: «Xavi cambió la historia del fútbol español. En torno a él creció un modelo».
Y más allá del campo, Coira habla de «una persona espectacular, que conoce muy bien esta profesión y sus dificultades y por eso nos trata a todos como iguales. Un tipo admirable».
Ángel Vales
«El faro de un estilo». Después de lo de Nigeria vinieron lo de Austria, lo de Sudáfrica y lo de Polonia. Siempre con el 6 al timón. «Es el faro de un estilo», subraya Ángel Vales. El analista táctico de la Selección destaca en el juego de Xavi «su participación, su eficacia y su creatividad». «Tiene un currículo casi único a nivel mundial y todos sus entrenadores lo han considerado piedra angular», argumenta este profesor de INEF en A Coruña.
«Aunque no llame la atención por eso, destaca también en el apartado físico, siempre está entre los que más metros recorren por partido», esgrime Vales. Y prosigue: «En cuanto a acierto, está entre los mejores a los que he monitorizado. Es único a la hora de encontrar espacios».
Isaac Cuenca
«La voz del vestuario». Ese es el futbolista que mañana se despedirá del Camp Nou, donde hace cuatro años Isaac Cuenca tuvo la oportunidad de compartir caseta con «un ídolo y un emblema para todos los que pasamos por la cantera del Barça». «El jugador que todos querríamos ser», resume el extremo, que define a Xavi como «la voz del vestuario, el capitán al que siempre podíamos recurrir». Un genio de 1,70 que en el campo «te hace fácil la vida».